Dentro del Curso de Verano de la Universidad Complutense titulado «Saber escribir. Del papel a las redes sociales», la primera conferencia, dictada el día 4/7/2016, fue impartida por la escritora Marta Rivera de la Cruz. Confieso que fue la que menos me gustó de todas las actividades que se desarrollaron a lo largo del curso, aunque tengo que reconocer que fue por factores ajenos a su voluntad. La escritora y periodista fue presentada por Ana Gavin, la directora de la Fundación Manuel Lara, que, entre su actividad profesional, resaltó su condición de política; cuando le dio la palabra a Marta, esta se apresuró a aclarar que la conferencia la tenía pactada desde mucho tiempo antes de meterse en política.
Ana Gavin, Eduardo Jordá y Marta Rivera de la Cruz |
Ese detalle, a pesar que la conferencia tenía por título: «Las redes sociales en la literatura y la política», me hizo escuchar la exposición con un excesivo espíritu crítico. Afortunadamente, la política resultó ser una anécdota a lo largo de la conferencia. Marta Rivera de la Cruz centró su exposición en explicar cómo llegó a la escritura, cómo entiende y practica el oficio del escritor, cómo se plantea la búsqueda de temas para escribir, cuáles son las vías para publicar, y, por último, mencionó su faceta de narradora infantil y juvenil.
Digamos que para Marta, el punto de partida para crear una texto, es la realidad, puesto que «no hay mejor material de información que la realidad». Podría ser, por ejemplo, describir la soledad de los ancianos cuando su familia se va de vacaciones y los dejan en la ciudad; o realizarse preguntas sobre una fuerte imagen visual tomada de la realidad, cómo la de una casa, a oscuras, en la que hay una sola ventana encendida y en la que se divisa la silueta de una persona a través de la misma. Partiendo de esa imagen, surgen las preguntas sobre quién es esa persona, qué hace, etc. que nos darían material para empezar a escribir una historia. Es decir, que para escribir, hay que encontrar un motivo para escribir, y esa exigencia son las historias reales que nos cuentan o llegamos a vivir. Alguna de esas historias, al ser plasmadas en un libro, han llegado a ser consideradas como irreales, como le ocurrió a Marta cuando publicó una novela que narra la soledad de las personas mayores cuando su familia se marca de vacaciones -creo que es «En el tiempo de los prodigios», donde se narra la relación de amistad entre un octogenario y una mujer bastante más joven-.
Marta resaltó que el escritor tiene que ponerse un poco al servicio de la novela, y que, a veces, el proceso de documentación de la novela (saber cosas sobre el personaje y su época) lleva más tiempo que la redacción del manuscrito propiamente dicho.
Considera fundamental la disciplina personal para escribir todos los días, así como trabajar con noticias; y observó que «ahora todo el mundo escribe» pero que «no todo el mundo es escritor».
La exposición, bajo mi punto de vista, se volvió menos amena y más difícil cuando entró en el campo de batalla con el que se enfrenta todo escritor novel: la publicación de su obra. Me dio la impresión que, además de prudente, iba un poco a la defensiva, como si pretendiera justificarse de su logro por haber conseguido publicar muy joven y ser una de las finalistas del premio Planeta (2006).
Mencionó como vías de acceso a la publicación:
- Los concursos como entrada en el mercado editorial. Ana Gavin, aclaró que a veces, aunque no se logra premio en el concurso, la obra, si es buena, podría publicarse al año siguiente.
- El recurso de los agentes literarios.
- La necesidad de dar con la editorial que se adecue a las características de la obra para lograr publicarla. No todas editoriales, como sabemos, tienen la misma temática ni el mismo perfil de lectores.
- Señaló, además, que hay una gran diferencia, de cara al conocimiento del público, entre el escritor que publica una columna en un periódico y el que no la publica; el primero tiene un perfil que llega a más lectores en el caso de lograr publicar una novela que el segundo.
Ana Gavín, reforzando los argumentos de Marta, intervino para explicar que las novelas tienen que tener un mínimo de mercado para poder publicarlas y que en las mismas intervienen muchos factores; pero que entre unos y otros, hay muchos vasos comunicantes.
Finalmente, Marta que también ha destacado como autora infantil juvenil, habiendo obtenido premios relevantes, como el Anaya (2008), mencionó su faceta de escritora de libros juveniles e infantiles. El escritor y profesor de talleres literarios, Eduardo Jordá, uno de los directores del curso, comentó que el mercado de los lectores de 12-14 años es muy interesante en nuestro país, siendo un sector que, como escritores -o futuros escritores-, debería ser tenido en cuenta; creí interpretar que por la menor competencia, por lo que se puede lograr mas fácilmente la publicación de la obra.
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