sábado, 12 de junio de 2021

SINRAZONES Y EL CASTILLO SIN BARRER



© María Dolores Rubio de Medina, 2021


Cuando a medianos de agosto de 2020 visité el interior del castillo de Belalcázar –el mítico lugar de mi infancia sobre el que tantas historias me contaron– mi intención era escribir un reportaje. El ruinoso castillo es, al día de hoy, un edificio histórico al que se le han puesto algunos parches para frenar su deterioro y ponerlo en la circulación del patrimonio visitable. Decía que cuando, por fin, logré entrar y subir a la torre del homenaje, mi deseo de escribir sobre esa visita se evaporó, solo quedó en la simple conquista de un anhelo de la infancia. 



Imagen exterior del Castillo de los Sotomayor.


La visita fue organizada desde «la capital». No saqué un tíquet en la zona de recepción de los visitantes al pie del monumento, sino  que pedí cita a un email como si fuera a ponerme la vacuna del COVID-19. Me dieron el día y la hora y el ruego de avisar si un imprevisto me impedía ir, exactamente como cuando me tocó ponerme la Pfizer. 

  

La visita, aproximadamente de hora y media de duración, me dejó un profundo desasosiego, lo que me hizo olvidar que mi propósito era escribir una crónica sobre mis impresiones. Me encontré con un dilema: o contaba la historia entera y de verdad, incluyendo la falta de seguridad al subir los estrechos y altos escalones de la escalera de piedra de la torre de homenaje   que me obligaron en algunos tramos ir a «cuatro patas» por no tener donde agarrarme; o no contaba nada, para no tener que contar la parte mala. Lo gracioso es que la seguridad de la subida gana con un simple cable pasado por unas argollas a lo largo de la escalera para poder sujetarse. 



La diabólica escalera de caracol de subida a la Torre,
complicada como ella sola.


Así que para no contar que me lo había pasado de maravilla pero que recomendaría la visita con suma reserva por la falta de seguridad, opté por olvidar mi promesa, y no escribir nada; sin embargo, hace unos días, estando en el pueblo, en Hinojosa del Duque, alguien me preguntó: «¿sabes si se pueden celebrar bodas es el castillo de Belalcázar?» y pensé que ya estaba bien.


Ya está bien que la Junta –propietaria del castillo– y la alcaldía estén cada una tirando de un cabo del cordel para ver quien se lleva la administración del castillo, cada una con sus tropelías y, de paso, dando por saco a los que quieren celebrar una boda en ese marco incomparable, una jornada sobre el patrimonio, una obra de teatro o, simplemente, visitarlo.


Ya está bien que las autoridades estén tirándose los trastos en la cabeza y estén cargándose con su falta de diálogo, de seguridad y por su cerrazón, uno de los pocos edificios históricos que puede mejorar la economía del sector de los servicios de Belalcázar y, de paso, de la Comarca.


Ya está bien. 



Remates exteriores.

Interior del castillo.


Interior de la Torre del Homenaje.



¿Tan difícil es que la Junta de Andalucía y la alcaldía se reúnan y encuentren una solución? El castillo –cuando la situación sanitaria lo permite– no puede ser algo que este abierto de higos a brevas, prisionero de la Administración que es propietaria del mismo. ¡Carajo, como cuando estuvieron los franceses en la guerra de la Independencia controlando su acceso! Hoy en día es más fácil conseguir que te vacunen del COVID-19 que te den un pase para visitar el dichoso castillo.


Ustedes, sí, las autoridades de uno y otro lado, de uno y otro partido, deberán tener altura de miras. ¡Dejen de mirarse el ombligo y reúnanse a dialogar! Recuerden que un pueblo –también una Comarca y el «mundo mundial»–, por su falta de generosidad, está condenado a ver de lejos, sin tocarlo a uno de los mejores castillos de España. Busquen una solución para congestionar ese patrimonio de manera segura en beneficio de todos. ¿O es que la Junta va seguir mandando desde la capital a los guías con el manojo de llaves para enseñar el castillo cada vez que celebren unas puñeteras jornadas que, para más escarnio, no se celebran en Belalcázar o en otro pueblo de la comarca, sino en la «dichosa capital»? ¿O es que la alcaldía piensa seguir echándose las fotografías de lejos?


Venga, a trabajar.



Sevilla, 12 de junio de 2021.