domingo, 24 de enero de 2021

AYUNTAMIENTOS HINOJOSEÑOS EN EL RECUERDO

 

María Dolores Rubio de Medina, 2021.


En alguna ocasión, en este blog, he mostrado alguna fotografía tomada por los Hermanos Gómez Gil publicada en la prensa de la época, del edificio del Ayuntamiento de Hinojosa del Duque anterior a la Guerra Civil.


Tras la desgraciada contienda, por haber quedado totalmente destruida la Ayuntamiento, provisionalmente, la Corporación Local y el personal se instalaron en  en una casa cedida por D.ª Asuncion Leal en la calle Virgen de la Antigua –casa que pasó a ser propiedad de los Jareños que se construyeron en el solar dos casas– de la que recuerdo su patio con arcos lleno de cascotes de piedra. Repasando el álbum familiar, he dado con una fotografía que muestra la fachada de esa sede provisional. Es la primera casa que vemos al fondo, a la izquierda. Fijándonos con detalle, observamos en dos de los balcones los mástiles para colocar las banderas. 




Sede provisional del Ayuntamiento.
Primera casa del fondo, a la izquierda.


Tras la Guerra Civil se creó la Dirección General de Regiones Devastadas, entidad creada para facilitar la reconstrucción y reparación de los pueblos y ciudades más castigados durante la Guerra Civil. Una de sus siete oficinas comarcales estaba en Córdoba. Este ente, entre otras cosas, construyó las casas de los maestros de Regiones.


Pues bien, buceando entre los papeles del archivo de Regiones Devastadas de la Junta de Andalucía ha saltado la sorpresa. Al parecer existió un proyecto de reconstruir el Ayuntamiento con una espectacular fachada de estilo de neoclásico rematada con una torrecita con un reloj y un campanario. 

Como recuerdo de lo que no pudo ser, cuelgo las fotografías de este extraordinario proyecto que, de haberse realizado, hubiera embellecido muchísimo la estética de nuestra Plaza de la Constitución.



Alzado de la fachada principal completa





Detalle del remate frontal, con su reloj,
remate de templete y sus dos campanas.





Para las personas interesadas en bucear en las reconstrucciones y los proyectos de Hinojosa, recomiendo consultar el enlace que le permitirá descargarse, entre otras cosas, varios planos del Ayuntamiento y de la iglesia del Convento de los Carmelitas:



http://www.juntadeandalucia.es/fomentoyvivienda/portal-web/web/regiones_devastadas


jueves, 21 de enero de 2021

EL SERENO QUE PERDIÓ LA PORRA



© María Dolores Rubio de Medina, 2021.



Tiempos estos en los que se pierden o «se distraen» cosas pagadas con los dineros de los ciudadanos. De bienes que salen alegremente de las tesorerías de los Ayuntamientos, convenientemente surtidas (aunque nunca llueve a gusto de todos) por las correspondientes partidas presupuestarias que, previamente, se han obtenido ordeñando a los naturales, los residentes y los transeúntes.


En otros tiempos el dinero público se miraba con más  detenimiento, hasta el punto que su justificación y control por parte de la autoridad se ejercía con una minuciosidad atosigante, lo que en ocasiones llevaba a episodios hilarantes. Claro, que excepciones las hubo también en esas épocas.


Pues bien, rescato uno de esos episodios hilarantes, para ello me voy para atrás, a los tiempos de II República y aparece, para nuestro regocijo en las páginas del celebrado semanario Hinojosa, uno de esos episodios de control de las inversiones realizadas.


En una de las sesiones del Ayuntamiento hinojoseño, concretamente en la celebrada el 27 de abril de 1932 y presidida por el Alcalde-Presidente, a la sazón el Sr. Barbero Carrasco, uno de los concejales, el Sr. González (ignoro el partido al que pertenecía) pidió –agárrense, que vienen curvas- «que se imponga un correctivo, al sereno que perdió hace unas noches su porra de goma.» (Hinojosa, núm. 84, 1/5/1932).


Eso sí que eran sesiones ordinarias o plenos con todas de la ley, pues en ellas tenía cabida hasta discutir el paradero de «una porra de goma», y no las de los soporíferos plenos destinados a arreglar el alcantarillado, traer el agua o quitar pedruscos que entorpecían la circulación de las calles. Hay que señalar que, en los años treinta del siglo pasado, los ciudadanos tenían muy presentes las consecuencias de la I Guerra Mundial, por lo que  muchos estaban enormemente preocupados por la existencia de armamento. Los organismos internacionales entablaban negociaciones para poner de acuerdo a unos y otros. Así en febrero de 1932 se celebró una Conferencia para la reducción de armamento en Ginebra. Los Delegados de los 70 países participantes encontraron tanta dificultad para ponerse de acuerdo que las negociaciones se suspendieron en verano, y no se reanudaron hasta el año siguiente.


En este contexto deberá insertarse nuestra noticia sobre la misteriosa desaparición de una porra de goma, que era una herramienta que se probaba en muchas carnes humanas de la época. El misterio sobre el despiste del sereno se resuelve en el siguiente número del Hinojosa (núm. 85, 8/5/1932).  Gracias a un redactor que firma con el original seudónimo de DON PEPE, nos enteramos que el asunto del sereno y de su porra fue uno de los casos más pintorescos «que puedan darse en el ambiente pueblerino y ha servido de pábulo a los comentarios de la peor intención».


En efecto, no cuesta mucho imaginar a los hinojoseños haciendo «la noria»; es decir, paseando por la plaza dando vueltas a la tribuna o glorieta de los músicos, mientras echaban un ojo al sereno y trataban de contener la risa al pasar a su lado.


Resulta que, según DON PEPE, la distracción de la porra del atuendo oficial de nuestro protagonista más que a su descuido había obedecido a su diligencia. El sereno «inflamado por los más nobles y humanitarios sentimientos», derivados de las conversaciones del desarme que se realizaban en Ginebra, donde se discutía la manera de evitar que los pueblos «se aventuren otra vez por los caminos feroces de la guerra», era una de las personas muy interesadas en el tema de «acabar con las armas, desterrar los medios de destrucción».


El sereno a quien se pretendió sancionar, lo que merecía en realidad era «un homenaje de admiración y respeto», porque, según DON PEPE, «el pobre hombre se limitó a esconder su porrita de goma, para colaborar así con el desarme universal que ha de acordarse en breve. Ahora resulta que, en lugar de un correctivo, lo que está pidiendo ese funcionario municipal es un artístico pergamino con el estupendo titulo de PRIMER SERENO PACIFISTA».


Pues ya lo leen, las sorpresas que nos llevamos cuando miramos atrás. Mi conclusión es que los colodros, además de regocijarnos con la Catedral de la Sierra, el Pilar de los Llanos y otros monumentos y aledaños, podemos expandir nuestro orgullo por haber tenido el PRIMER SERENO PACIFISTA DE LA HISTORIA MUNDIAL.


¡Habrá que levantarle un monumento! ¿Al sereno o a la porra? 



Sevilla, 21 de enero de 2021. 

II Año del Glorioso Bicho Fiero.






lunes, 11 de enero de 2021

EL CARAMELO



© María Dolores Rubio de Medina, 2020


Cierto que el tema que trato no es novedoso, en alguna de las viejas revistas de Feria recuerdo haber leído algo sobre el famoso caramelo que en la II República ocupó las páginas del semanario Hinojosa, en concreto dentro del apartado «Fogonazos».  El periódico local realizó varias llamadas de atención a la Corporación para que retirase una piedra de gran tamaño de una calle de Hinojosa del Duque. 


Que un pedrusco colosal, cariñosamente bautizado como caramelo apareciese, al menos, 8 veces en las páginas del Hinojosa, que solo disponía de unas 8 hojas por número, salvo excepciones extraordinarias, demuestra el interés que el tema despertó en los lectores y, sobre todo, es prueba del ingenio de la redacción para zaherir al poder político local, criticando  su incapacidad para resolver problemas que interesan a la ciudadanía.


Fue el 1 de enero de 1931 cuando el Hinojosa publicó unas líneas que acabarían provocando una revolución en los lectores, a tenor de ese tira y afloja de los redactores del periódico con la persona ocupante de la alcaldía, que duró año y medio.

En el apartado «Fogonazos» que servía para realizar llamadas de atención y dar avisos,  aparecieron esta líneas:

«A la entrada de la calle Cristo hay, desde hace muchos meses, una piedra de colosales dimensiones. Parece puesta exclusivamente para que alguien se rompa la cabeza. ¿No podría el Sr. Alcalde ordenar el traslado de tan excelente ejemplar a otro sitio más apartado?».


Créanlo o no, un año después el chinato seguía en el mismo sitio, con lo que la redacción vuelve a hacer las delicias de  los ciudadanos, rebautizando el dichoso elemento.

Así, el 3 de enero de 1932, unas líneas dan cabal medida de la desidia municipal, pues el Hinojosa publica lo siguiente: «Continúa en posición cúbito supino, el caramelo de piedra avecinado a la entrada de la calle Cristo».


Pero «nanay, naranjitas de la China», otros quehaceres más importantes tendrían los ocupantes temporales –todo poder político es temporal, si no se gana en las urnas, se pierde con la visita de la de la guadaña– para prestar atención a ese problema. La mayoría de las veces, se llega al punto de no reconocer la realidad, sencillamente porque «quitar el chinato» hubiera sido dar la razón a los redactores del periódico. Así que, como el pedrusco seguía tan pimpante en el mismo sitio, los redactores vuelven a la carga y con bastante generosidad, pues pretenden quitarle trabajo al Ayuntamiento: «HINOJOSA solicita permiso a la Alcaldía para trasladar a otro lugar por cuenta propia, el caramelo magnífico que yace a la puerta de la taberna de Benito. ¡Y si el Ayuntamiento tiene mucho interés en él, no tenemos inconveniente alguno de subirlos a las oficinas para que sirva de pisapapeles.» (Hinojosa, 17 de enero de 1932).


Como ni permiso, ni pisapapeles, ni «ná», al cabo de poco más de dos meses, los redactores retoman el asalto. Esta vez lo plantean como un reto: «¿A que no es capaz el Ayuntamiento de mandar quitar la famosa piedra que hay a entrada de la calle Cristo?». (Hinojosa, 27 de marzo de 1932).


Por estas fechas, la opinión nacional e internacional estaba centrada en las noticias del secuestro del hijo del aviador Charles Lindbergh, secuestrado el 1 de abril de 1932 y que apareció muerto dos meses después, el 12 de mayo de 1932. En este contexto pudiera entenderse el siguiente comentario que apareció en el recuadro del «Fogonazo»:

«Ya apreció el niño Limberg. Brindemos al municipio la idea de obsequiarlo con ‘’caramelo’’ de la calle Cristo.

¡Esas golosinas son el encanto de chicos y grandes...!». (Hinojosa, 10 de abril de 1932).

Por la fecha del comentario, 10 de abril, es probable que los redactores hubieran dado por válido algún rumor sobre la aparición del niño secuestrado.


Será a finales del mes de mayo cuando nuestros amigos vuelvan a la carga. El Hinojosa del día 19 de mayo de 1932 deja claro que la Alcaldía se enfrenta a una redacción tenaz, que no cede en sus pretensiones, que ameniza con un humor delicioso. Para regocijo de grandes y chicos, suelta su «Fogonazo»: «Ante la resistencia de las autoridades a trasladar a lugar más apropiado el famoso caramelo de la calle Cristo, varios vecinos de ese lugar han decidido disolverlo con los ácidos corrosivos que llevan en suspensión las aguas residuales de algunas viviendas.

¡No sería posible taponar esos albañales!».

No solo era ya cuestión de facilitar el tránsito de los viandantes, de los animales de carga y de los escasos vehículos a motor que pasaban por la calle, sino que ahora le añaden un problema de salubridad pública. Una  queja constante y frecuente en la época, pues a la ausencia de alcantarillado que eliminase el problema de las aguas residuales y los malos olores, se añadía la falta de agua corriente, que no llegaría a Hinojosa hasta la mitad de los años 70.

Ni mencionando razones de salubridad, el Ayuntamiento cumple con sus  deberes, sigue a lo suyo, ignorando reclamos, por lo que. un mes después, nuestro simpáticos redactores, vuelven por su fueros y escriben: «Nos jugamos lo que quieran, a que el Ayuntamiento no es capaz de quitar el caramelo de la calle Cristo. Y lo lamentable del caso es que el público y nosotros sabemos por qué no pueden hacer ese traslado.» (Hinojosa, 19 de junio de 1932).

¿Qué razones son esas para no trasladar el chinato? Como no fuera que la Alcaldía no quisiera dar su brazo a torcer, no se me ocurre otra.


Ante la falta de repuesta, los redactores cambian de táctica y en lugar de dirigirse en abstracto al Ayuntamiento o a la Alcaldía, optan por realizar un alegato directo a las personas que forman la Corporación, con la intención de que las mismas respondan:

«Si algún concejal viviera en la calle Cristo a buen seguro que nadie arrojaría aguas sucias y pestilentes a ese lugar de la ciudad. Pero se da el caso que los señores ediles tienen su residencia bastante lejos de ese peligroso foco de infección». (Hinojosa, 3 de julio de 1932).


El Hinojosa publicó su último número el 12 de noviembre de 1933,  con la marcha de su «alma mater», Domingo Rex a Argel para ejercer como profesor, su vida llegó a su fin. Desde el mes del julio y hasta su desaparición, el caramelo no volvió a aparecer en sus páginas, cierto que la broma ya había dado de sí todo lo que podía dar, por lo que desconocemos si ganó el Hinojosa o ganó la Alcaldía, el primero, logrando su propósito de que se retirara la colosal piedra; la segunda, ignorando su labor.


Sevilla, 11 de enero de 2021.



La colección del periódico Hinojosa, está formada por 154 números, su número 1 se publicó el día 28 de septiembre de 1930 y el último el 12 de noviembre de 1933.