jueves, 28 de diciembre de 2023

La costumbre, fuente de Derecho, en las Bodas de Añora

He publicado unos comentarios titulados "La costumbre, fuente de Derecho, en las Bodas de Añora", en la e-Revista Internacional de Protección Social (e-RIPS). Vol. VIII, n.º 2-2023.


Portada de la Revista


El enlace de la revista completa:

e-Revista Internacional de Protección Social


Para acceso directo a mi artículo, picar debajo:

ARTÍCULO BODAS AÑORA

martes, 26 de diciembre de 2023

Portafolio de Guerra (Hinojosa del Duque, 26 de marzo de 1939)


Así cerraré mi actividad investigadora de este año, con fuegos artificiales-fotográficos. Aquí está el bombazo que prometí.


Como he dicho tantas veces, cuando busco algo no lo encuentro y cuando no busco, encuentro. 


Me pasa lo contrario que a las pulgas, que cuando las tienes, las buscas, y cuando no las tienes, ni las buscas ni las quieres. 


Ya tengo preparado mi último descubrimiento sobre la Historia hinojoseña. La suerte ha tenido el capricho de recompensar mis horas de búsqueda poniendo ante mis ojos algo que desconocía que existía y por eso mismo, nunca he buscado. Los demás tampoco sabían que existía porque algunas imágenes no habían sido identificadas, he tenido la fortuna de “bautizar” el hallazgo, poniéndole con letras de molde el lugar donde fueron tomadas las fotografías:


HINOJOSA DEL DUQUE. 


Primero reservo el hallazgo para mis amigos, que tendrán la fortuna de asistir al pase privado (D.M.) que he preparado para mostrar el descubrimiento.


(Portada de la presentación).

Después del día de Reyes, pondré a disposición del público, en este blog, el Cuaderno Colodro núm. 11, detallando esos descubrimientos.



Portada el número 11 de mi revista, fundada y maquetada
por mí misma. 


Mientras tanto, sigamos disfrutando la Navidad-2023.






P.D. Por cierto, el descubrimiento, como tantos otros que he realizarlo, lo he pagado de mi bolsillo y he pedido el permiso correspondiente para poder publicarlo.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Las vueltas del Convento Carmelita


© María Dolores Rubio de Medina, 2023


El Convento de San Diego, tristemente desparecido dos veces de la historia inmobiliaria de Hinojosa del Duque, nos está dejando, sin embargo, un caudal interesante de historias escritas y gráficas. Hemos tenido acceso a novedades relacionadas con el mismo (por ejemplo, en este blog se puede consultar el artículo de Santos Ortega Gómez y servidora titulado "Redescubriendo el Convento de San Diego de Hinojosa" sobre el primer convento de nuestro pueblo que recibió este nombre); al redescubrimiento de la obra realizada por algunos de sus frailes moradores (como es el caso de La Ilustre y Noble Villa de Hinojosa del Duque, publicada por el P. Juan Ruiz en 1923) o la evocación  gráfica de su edificio.


Vamos por partes; en primer lugar, quiero dejar constancia de que, en 1959, el edificio del desaparecido Convento Carmelita de Hinojosa del Duque fue el anfitrión de la «I Reunión Comarcal de la Orden Tercera» de los Carmelitas. Con este evento la ciudad de Hinojosa se convirtió en la capital de la provincia de la Orden durante los días en que duró el encuentro. Entre las desaparecidas paredes del Convento convivieron durante las jornadas miembros de las Ordenes Terceras de Quintana de la Serena y Talarrubias (Badajoz), Pozoblanco, Alcaracejos, Villanueva de Córdoba, Dos Torres e Hinojosa del Duque.


El programa del encuentro ha quedado inmortalizado para la posterioridad en la separata de la revista El Santo Escapulario, la revista TOC, en su número de enero-abril de 1959; cuyo número en su totalidad, aunque numerado de la página 379 a la 422, está dedicado en su totalidad a este encuentro. Un ejemplar de la revista ha llegado a mis manos por gentileza de Francisco Jordi Sánchez, y es una joya de añoranza sentimental que prueba el faro luminoso que fueron los Carmelitas en la cultura y la educación de nuestro pueblo.

Portada de la Revista TOC, número extraordinario 1959

índice del número.

Editorial del P. Enrique M.ª Montero:
"Cuando un pueblo se convierte en capital de provincia".


En segundo lugar, me congratulo que el libro con el que se ha pretendido que continúe, dentro de su humildad, La Ilustre y Noble Villa de Hinojosa del Duque, esté consolidándose en el tiempo.


Es gran satisfacción descubrir que el Libro-homenaje al Fr. Juan Ruiz, C.A.O. en el centenario de la publicación de La Ilustre y Noble Villa de Hinojosa del Duque (AA.VV.), fruto de la relación de cada coautor con Hinojosa, esté siendo citado en otras publicaciones. Lleva camino de ser otra una obra imprescindible para conocer Hinojosa. Me llena de orgullo comprobar que sigue su recorrido por el mundo, en este caso, a través de una cita en la revista digital Salud: medicina y humanidades, cuyo número de octubre de 2023, menciona nuestro Libro-homenaje en el artículo titulado «Viaje histórico al corazón de otras pandemias de nuestro entorno», escrito por Jurado-Palomo, J.; Moreno-Ancillo, Á; Caminoa-Irisarri, M.J.; Criado-Álvarez, J.J.


Enlace a la Revista Salux


Por último, no quiero olvidar el libro Patrimonio perdido de Los Pedroches de Antonio Merino, Editorial 17 Pueblos, 2023 (pásgs. 24-27), dedicadas al desaparecido Convento de San Diego, que recoge una fotografía perteneciente a la colección que nos dejó mi padre, Pablo Manuel Rubio Ramos, alumno y posteriormente profesor del mítico centro de enseñanza hoy desaparecido, datada en aquellos aquellos años en que el centro fue «faro educativo y cultural» del norte de Córdoba.


Portada del libro: "Patrimonio Perdido de Los Pedroches"

Fachada y Torre del desaparecido Convento de San Diego,
Colección de Pablo M. Rubio Ramos.


Sevilla, 17 de diciembre de 2023.

sábado, 21 de octubre de 2023

«Los de la Sierra» y los «Defensores de la Legalidad Democrática»



© María Dolores Rubio de Medina, 2023



«Cuánto va de oriente a poniente», dice nuestro refranero... ¡Y tanto! Al amparo de la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, en nuestro pueblo están mostrando solo el «poniente», olvidándose que hay que partir del «oriente».


En Hinojosa del Duque se están colocando en  monumentos y en edificios particulares carteles conmemorativos del bando «de combatientes y defensores de la legalidad democrática», así reza, por ejemplo, el cartel situado ante el convento de las Concepcionistas. El pueblo (no soy tan ingenua, supongo que será la denominación del sector de los ofendidos con tal innovación), tan suyo y tan propio, ha rebautizado esos carteles hechos de metal con letras caladas, y pintados en negro, con el nombre de «las chapas». 


  No tengo que nada que decir sobre las frases que aparecen en «las chapas»; como diría mi admirado Shakespeare, son «palabras, palabras»; allá ellos, si consideran que lo reseñable, contradiciendo el espíritu de la Ley 20/2022, es señalar en «las chapas» sólo lo que ocurrió a partir del final de la Guerra Civil; eso es asunto suyo. Ahora bien, con la Ley en la mano, las víctimas en Guerra Civil, se inician el 18 de julio de 1936, con independencia del bando en el que estuvieran. ¡No, no, no..! No voy a exigir que también le pongan «chapas» a las personas detenidas, torturadas, violadas o asesinadas en Hinojosa desde el 18 de julio de 1936; o mejor desde 15 de agosto de 1936 al 25 de marzo de 1939, periodo en que el pueblo estuvo en manos del bando «de los defensores de la legalidad democrática», y lo digo con sus palabras, no con las mías. ¡No!


Lo que voy a contar es que, de nuevo, con una de las «chapas» se han topado con el dicho ese de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra; en este caso, con mi familia. Los seguidores de este blog ya saben lo que pienso sobre el monolito del cementerio, donde entre los nombres grabados en el granito se encuentra, presuntamente, el del torturador de mi abuelo materno. Y ya puestos, a todos, a los «hunos y a los otros», ampare Dios en su gloria.


Mucha gente, gracias a «las chapas» ha descubierto algunas cosillas pasadas en nuestro pueblo; a mí, cuatro personas distintas me han preguntado si era verdad eso de que el convento de las Concepcionistas fue una cárcel. Y una... ¡Qué quieren que les diga!, les ha contado «el oriente», «el poniente» y lo que hubo tras el «poniente».


Y ese «más allá del poniente», lo cuento aquí transcribiendo algunos párrafos de un capítulo de mi manuscrito «Memoria de familia», que escribir para dejar constancia de lo que había descubierto sobre el asesinato de mi abuelo paterno, cometido en 1945.



«LOS ROJOS Y LOS TAPADOS 

¿Quién iba a decir que el final de la Guerra Civil y la suerte de aquellos que habían pertenecido al bando republicano, y que aguardaban a que los juzgaran en la cárcel de Hinojosa del Duque, iba a tener repercusión en el desarrollo de la memoria de mi familia? 

Finalizada la Guerra Civil, las cárceles de los pueblos albergaron los rojos que habían sido detenidos a la espera de que fueran juzgados. Tanto en Belalcázar como en Hinojosa se produjeron huidas sonadas, protagonizadas por aquellos que aguardaban sus juicios, un proceso excesivamente lento porque los tribunales se encontraban desbordados, aparte de que se tardaba bastante con el papeleo. Era muy difícil reunir los testimonios necesarios para probar los hechos que servían para fundamentar las acusaciones. 

Con independencia de las pruebas, la mayoría de los encarcelados tenían clara cuál sería la sentencia. Pasaban por un proceso que los condenaba a muerte, salvo en las raras ocaciones que se demostraba que no tenían delitos de sangre, algo extremadamente dificultoso.

En Belalcázar una quincena de detenidos se escaparon la noche del 4 de agosto de 1939; en Hinojosa, se evadieron una veintena, durante la feria, la noche del 31 de agosto de 1940. 

En Hinojosa, Lázaro Leal, el Perdigón, maestro albañil, abrió un agujero en el muro del edificio de las monjas Concepcionistas, en cuyo convento estaba situada la cárcel, aprovechando el relajamiento producido por estar celebrándose la famosa feria de San Agustín. Por el boquete abierto escaparon una veintena de detenidos, seis de ellos fueron abatidos por los vigilantes. 

Estos huidos empezaron a ser conocidos como los de la Sierra, en otros lugares fueron llamados maquis, o en Pozoblanco, los tiraos al campo. Para sobrevivir, necesitados de alimentos, medicinas, bebidas, herramientas armas y otros enseres, estos grupos de evadidos, de vez en cuando, se organizaban y hacían visitas a los cortijos de la zona donde robaban. También se dedicaron a asaltar los camiones de comestibles que realizaban los portes desde las estaciones de tren de Almorchón, Cabeza del Buey, Zújar, etc. a los comercios de los pueblos de Los Pedroches. 

Desde 1940 –y hasta inicios de 1945–, la mayoría de estos huidos actuaron por libre, en grupos autorganizados. Fue a partir de 1945 cuando el Partido Comunista vio su potencial y empezó a organizarlos como vía opositora frente a Franco, mandando gente para que captaran a los huidos y los organizasen con cierta disciplina militar. 

Al margen de lo anterior, a los de la Sierra se les unió otro grupo de gente conocidos como los Tapados. Al parecer, muchos de ellos fueron víctimas de las consecuencias de la Guerra, de la falta de alimentos para todos, del paro y del rechazo que sufrían los familiares de los que habían luchado en el bando rojo. El hambre hizo  que muchos de ellos se dedicasen a asaltar los camiones de comestibles con la cara cubierta –de ahí que fueran conocidos como los Tapados–. Estos sujetos, casi siempre jóvenes, mantenían una doble vida en el pueblo, actuaban como si fueran personas normales y sin tacha, hasta que eran descubiertos y no le quedaba otra salida, si no querían acabar en la cárcel, que lanzarse al campo. Se dice que este fue el caso de Adriano Granados Aranda, el Tigre, un hinojoseño que vivía en el Camino de Sevilla de Hinojosa, con malvado protagonismo en esta memoria. 

Tanto los huidos de las cárceles –también hubo otra huida de la cárcel de Pozoblanco por esos años– como los Tapados, formaron agrupaciones que generaron el terror de la población, y que se dieron en muy pocos lugares de España, principalmente en los Pirineos, donde si eran conocidos como los maquis. 

La situación de estos pueblos del norte de Córdoba llegó a ser tan inestable que, en 1940, la Legión fue enviada la zona para mantener el orden y prestar cierta seguridad a la aterrada población, aún no repuesta de los horrores de la reciente Guerra. La Legión estuvo, por ejemplo, en  Belalcázar, uno de los lugares con mayor conflictividad social. La presión de los militares hizo que los huidos se refugiaran en tierras de Cáceres. Sin embargo, muchos de ellos volvieron a la zona del norte de Córdoba en el verano de 1941. Precisamente fue en ese año cuando la Guardia Civil comenzó a mandar una o varias parejas para que estuvieran con estancia en determinado cortijos (de propietarios afectos al Régimen) a la espera de los huidos.

(...)

Entre la gente del campo eran conocidas, de sobra, las correrías de estos desalmados. El que más y el que menos tenía preparada su vivienda por si aparecerían los de la Sierra pidiendo comida –en realidad la robaban, aunque el famoso Manual del Guerrillero escrito por Mario de la Rosa establecía que cada uno se pagaba su comida, raramente el consejo era puesto en practica–. Lo habitual era que la gente del campo, con costumbres aprendidas desde la Guerra, tuvieran preparado en el cortijo un zulo para esconder los alimentos. También era habitual que «las visitas de los rojos» se intensificaran cuando se había hecho la matanza, en tiempos fríos, en invierno, pues las heladas favorecían la soledad del campo y alejaban el temor a ser sorprendidos por las fuerzas del orden. 

(...)

Tras la visita de los de la Sierra, la «recomendación» de los huidos era que no contasen a la Guardia Civil «la visita». La mayoría de los cortijeros callaban; pero, a veces, los huidos dejaban algún rastro, o había algún chivatazo. 

Los cortijeros se hallaban entre dos fuegos, si denunciaban a los huidos podían ser objeto de represalias por estos; si no los denunciaban, la Guardia Civil, podía acusarlos de colaborar con los huidos. Cuestión aparte es que en esta época los interrogatorios que sufrían, tanto unos como otros, eran muy violentos. Los guardias no escatimaban medios para conseguir una declaración.

(...)».

Bueno, pues ya saben el «más allá del poniente» de algunos de los que estuvieron presos en el Convento de las Concepcionistas o en la «prisión de combatientes defensores de la legalidad democrática» y escaparon de la cárcel. 



Sevilla, 21 de octubre de 2023.



NOTA: He obviado poner las fuentes que si constan en el manuscrito original. 

Y no van imágenes, ni ganas tuve de acercarme para tirar unas «fotos» 

a «las chapas». No he querido, la verdad.

sábado, 30 de septiembre de 2023

Fútbol femenino: las «Leonas» de Hinojosa


© María Dolores Rubio de Medina, 2023



Una ya tiene años para seleccionar recuerdos, arrojar a algunos en el olvido y rescatar aquellos que merecen la pena. Ahora que está tan de moda esto del fútbol femenino, quizá sea buen momento para recordar el primer partido de fútbol femenino que, de una forma más o menos oficial, se celebró en nuestro campo de fútbol. Fue en los tiempos en que por tener, sólo hallábamos un solar alargado cerrado con unas tapias de ladrillos malamente pintadas, una extensión de tierra con rayas de cal y dos porterías en pie. 


Estado del campo en 1975,
con la guardameta cordobesa.

Puede que no, quizás que no sea buena idea hablar de ese partido de fútbol; pero hoy, viéndolo con la perspectiva que dan los años, lo recuerdo  con mucho cariño, como una leyenda. Hoy podemos verlo como una cosa mítica, tanto por el resultado que arrojó el marcador, como por el encono de nuestras chicas, que más que «palomas», fueron auténticas «leonas», pues no tiraron la toalla en ningún momento, como veremos.


Si no me equivoco, el partido se celebró hace la friolera de 48 años, en 1975, en el transcurso de la Feria de San Agustín. Entre las actividades deportivas, se organizó un partido de fútbol femenino contra el Córdoba. Las jugadoras cordobesas llegaron en un autobús, seguido de coches particulares con sus familiares, todos muy pertrechados de sillitas de playa y neveras portátiles, llenas bebidas, tortillas y bocadillos. Los escasos hinojoseños que nos acercamos por allí, íbamos más arregladitos, que no en vano estábamos celebrando la Feria de San Agustín y se estilaba ponerse guapo.


Las fotografías que ilustran el reportaje son diapositivas, fueron tomadas por mi padre, Pablo Manuel Rubio Ramos. Son bastante apañadas para los medios de la época, donde tenías un carrete de 20 fotografías y disparabas sin saber si la fotografía sería buena o te saldría movida. 


Hinojosa (de amarillo), intentando robar un balón.


El partido, en mi memoria, lo recuerdo como una sesión de folklore, tal cómo eran los partidos de las artistas de los años sesenta, tiempos en que veíamos a las folclóricas intentando pegarle una patada al balón. En el partido femenino del año 1975, no había nacido, aún, nuestra Constitución (a la que ahora le quieren arrear un patadón), pero hubo de todo.


Cuando «las Leonas» saltaron al campo, apenas recibieron aplausos, por los escasos asistentes que nos acercamos al campo (había más familiares de las cordobesas que de las nuestras). Muchas de las muchachas iban vestidas con las camisetas oficiales del Hinojosa, del equipo masculino, que le sobraban por todos lados. Algunas llevaban el pantalón negro que usaban en la gimnasia del Instituto, otras llevaban muy atados los calzones azules del equipo masculino; y casi todas vestían las medias de los hombres, caídas en los tobillos. Nuestras chicas, cuando salieron de los vestuarios, iban mirándose las unas a las otras y partiéndose de risa de las fatigas que llevaban encima. Las cordobesas iban mucho mejor equipadas, con su camiseta roja de mangas blancas y sus medias rojas, de su talla.



Las familias de las cordobesas, quizás acostumbradas a los peroles y a los balonazos; se retiraron bastante de la banda y abrieron sus mesitas de playa, sus sillitas de tijera y sacaron de sus neveras sus bocadillos y refrescos, dispuestas a disfrutar del momento; mientras los hinojoseños estábamos en  el otro lateral del campo, en pie y muy guapos, en pleno agosto, mirando con envidia lo fresquito y bien montado que se traían el partido.


Y pitó el arbitro el comienzo del partido y desde el minuto cero se vio que las nuestras luchaban contra gigantes; las rivales estaban bien entrenadas y organizadas, las nuestras no eran capaces de correr pasándose la pelota unas a otras. Puede que las colodras hubieran corrido por el campo un par de tardes, por todo entrenamiento; mientras que a las cordobesas se les notaba que tenían horas y horas de partidos encima. Ni San Agustín, en cuyo honor se celebra la Feria de Hinojosa del Duque, pudo echarles una mano, o quizá sí, quizás les echó una miajita de suerte al final.


No tardaron las cordobesas en marcar el primer gol; y justo en ese momento, empezó el espectáculo de un señor que, con su sillita de playa, se había situado detrás de la portería defendida por la cordobesa, una chica con rodilleras y una camiseta verde que la recuerdo, con los escasos años que tenía en aquella época, grande como un armario. Supongo que la muchacha era su nieta, y era buena la condenada, puesto que atrapaba todo lo que, de higos a brevas, llegaba hasta su portería. Nuestra guardameta era una chica muy delgada, que tenía toda la pinta de haber destacado más como delantera que como portera. El abuelo sacó una botella de vino de su nevera de camping y un vasito de cristal. Con el primer gol, el señor se llenó el vasito hasta el borde, fue con él para arriba, para el centro y para dentro. A medida que se fueron sucediendo los goles, fue repitiendo el gesto, pero reduciendo la cantidad de vino, al final solo echaba un dedo en el vaso. O temía emborracharse o temía que no le llegara hasta el final del partido el vino. Siguieron los goles y los vasitos de vino: 2, 3, 4, 5... 6, 7, 8, 9...


Una hinojoseña cubriéndose la cara de desesperación.



"Oti", la única jugadora de la que recuerdo
su nombre de pila, con calzonas de hombre, 
luchando como una jabata por Hinojosa.

El marcador de campo era sólo de un dígito para cada contrincante. Iban colocando en una tapia, por dos muchachos, las placas numeradas correspondientes a los goles de las cordobesas... 5, 6, 7... 8. Cuando las cordobesas marcaron el noveno gol, como ya no había posibilidad de añadir más números en el marcador de las visitantes, los muchachos se bajaron de la tapia donde estaba el marcador y se sentaron cerca de la línea de la banda, en el suelo. Se miraban entre sí, con desesperación, mientras «las Leonas» lo intentaban, una y otra vez, con todas sus fuerzas.

 

El marcador se quedó 0-9 durante todo el resto del partido, al no poderse cambiar; no obstante, los goles de las cordobesas siguieron cayendo como una cascada: 10, 11, 12... Los hinojoseños, cada vez que nos marcaban otro gol, a fuerza de escarmentar, nos echábamos a reír. Mi padre y yo, además, porque mirábamos de reojo al abuelete y le veíamos echarse otro dedo de vino al coleto. 


–¡Cómo se está poniendo, el tío! –dijo mi padre, ya ofendido, cuando se pimpló el decimoquinto chato.


Todavía vinieron más goles: 16, 17..., 20 y chatos.


«Las Leonas» seguían intentándolo con todas su fuerzas, corriendo como locas por el campo, bien toreadas por las cordobesas. En el filo del pitido final, una colodra le pegó un patadón al balón desde poco menos de la mitad del campo que fue directo a la portería. La guardameta cordobesa lo intercedió, como la pelota llegaba rodando por el suelo, la frenó poniéndole una mano encima y apretándola contra el suelo. La había parado; pero, antes de que pudiera coger el esférico con las dos manos, salió corriendo como loca una colodra, más lista que el hambre, y le arreó un trallazo al balón que sujetaba la portera contra la tierra, y estrelló, con todas sus fuerzas, la pelota contra la red. 


¡1-20!, y justo en ese momento, pitó el arbitro gol y el final del partido, mientras todos los presentes en el campo, incluso las cordobesas, celebrábamos el gol con todo júbilo y aplaudiendo a rabiar. Hasta el abuelo levantó al cielo el vasito para brindar, esta vez vacío.






Fueron estas «Leonas» -los "palomos" serían los señoros que organizaron, deprisa y corriendo, el partido, sin prepararlas adecuadamente- las pioneras del fútbol hinojoseño. Quizás alguna de ellas se reconozca en las fotografías, que con todo orgullo muestro como un gran proeza. Ahí no es nada, meter un trallazo en la portería contraria cuando llevas 20 goles en contra, aunque a los chicos del marcador no le sobraron fuerzas para subir por la escalerilla a la tapia y poner un 1 en el marcador de Hinojosa.


Parafraseando nuestra leyenda: «Tan fuertes como los leonas, tan simples como las palomas».



Sevilla, 30 de septiembre de 2023.



viernes, 25 de agosto de 2023

El licenciado Juan Andrés Molero Cerro. El artista y La Vaquera

© María Dolores Rubio de Medina, 2023



Maese Juan Andrés prefiere que su magisterio académico se anteponga al artístico, por lo que de entrada hay que resaltar que es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla (Promoción-2011). Tiene ubicado su Taller en el lugar de Hinojosa del Duque, bajo la denominación comercial de «Trabajos Artísticos Santa Rita». Desde esta pequeña ciudad  cordobesa sueña, crea, diseña, restaura, dora, esculpe, cincela, etc. y reparte su arte (restauración, escultura, pintura, ornamentos florales, grabados en láser, etc.) por estos mundos nuestros.

Maese Juan Andrés, en la cúspide de la treintena, tiene una copiosa producción repartida por los lugares terrenales de Dios, especialmente por tierras e iglesias de Los Pedroches. Al margen de su infatigable y sobresaliente labor como restaurador y creador de iconografía religiosa –no hay que olvidar que en su marca lleva a Santa Rita, como si hubiera algo imposible que sus manos no fueran capaces de crear-, es de mi interés, destacar dentro de su vertiente de «artista civil», sus vínculos con La Vaquera de la Finojosa.


El Licenciado Juan Andrés Molero Cerro presentando el grupo
escultórico de "La Vaquera de la Finojosa"
en el Centro Cultural de Hinojosa del Duque.

Como es sabido, la famosa VII Serranilla del Marqués de Santillana se ha convertido uno de los santos y señas de Hinojosa del Duque, desde que, en 1998, se pusiera en escena la I Edición de la obra teatral escrita por el dramaturgo Francisco Benítez. La representación ha arraigado en el ámbito socio-cultural hinojoseño con tal fuerza que, este agosto, se ha celebrado el XXV Aniversario de su representación. La puesta en escena de la obra se realiza, de ordinario, cada cuatro años, siendo la VIII Edición la última que se puso en escena, en agosto del año 2022.

Al tiempo que se ha ido asentado en el imaginario colodro la figura de La Vaquera, se ha ido afianzando el vínculo artístico-cultural de Maese Juan Andrés con la mujer que hizo exclamar al Marqués de Santillana: «Moça tan fermosa / non vi en la frontera, / como una vaquera / de la Finojosa», hasta el punto de materializarse en diversos hitos, que procedo a desglosar brevemente en las líneas siguientes:

1. Juan Andrés ha realizado los decorados de las representaciones teatrales de La Vaquera de la VI Edición (2014) y de la VIII Edición (2022), bajo la dirección escenográfica de José Manuel Murillo, técnico de Cultura.

2. En vistas de que se acercaba la celebración del XX Aniversario de la primera representación de la obra teatral de La Vaquera de la Finojosa (2019), realizó en metal las siluetas del Marqués y La Vaquera. El conjunto se encuentra colocado en el Parque de la Constitución de Hinojosa del Duque, alrededor del tronco de un árbol seco, con la  siguiente leyenda, grabada en una orla de metal:  «Moza tan hermosa / non vi en la frontera / como una vaquera / de la Finojosa».

En esta obra, mientras que la silueta de La Vaquera se representa en su fisonomía habitual, que se repite en  folletos, entradas y toda la cartelera propia de la obra teatral; la del Marqués tiene la particularidad de que resalta su papel guerrero -propio de los nobles de la época- más que literario, ya que lleva una espada al cinto.


El primer grupo escultórico con la temática de 
"La Vaquera y el Marqués" obra de Juan Andrés.



Detalle de las figuras principales.


La cartela que abraza el tronco del árbol,
con los versos que dan inicio a la famosa
Serranilla del Marqués de Santillana.

El origen de este grupo escultórico está en el encargo que recibió por parte de la alcaldía de realizar un trampantojo en el tronco seco del árbol, que permitiera contemplar la composición desde cualquier punto. El proyecto presentaba la dificultad de que su posible contemplación se complicaba por los cambios atmosféricos (día, noche, horas de luz, lluvia, etc.). El licenciado Molero Cerro, ante esa dificultad, ideó el conjunto resultante en metal: decoró el árbol para recordar La Vaquera en otro punto del pueblo, aprovechando la cercanía del XX Aniversario, para ello, como explica con sus propias palabras, hizo revestir «el tronco con el pergamino de chapa y parte de los versos de la Serranilla, desde las raíces al cielo, hacia el infinito». Así, el conjunto artístico «viene a dar el significado del pasado, presente y futuro, como una semilla plantada en 1998, que ha crecido robusta en nuestro pueblo y se abre paso al futuro en sus ramas» (del árbol).

3. Maese Juan Andrés ha intervenido como actor en las VI y VIII Ediciones de las representaciones teatrales. En el primer caso, como figurante en el grupo de pecheros de Alonso, el padre de La Vaquera; en el segundo caso, siendo doble del protagonista, el Marqués de Santillana, y dando réplica a las movidas escenas que protagoniza junto a Menga de Manzanares y la Serrana de Vox Mediano, en la versión dirigida por Pedro Calvo, que se puso en escena en la Plaza de la Catedral de Hinojosa del Duque, durante los días del 4 al 7 de agosto de 2022.

4. El día 14 de abril de 2023, el licenciado Juan Andrés hizo entrega al Ayuntamiento de Hinojosa de un cuadro con la reproducción de los folios núms. 250v. y 251r. de un manuscrito –en realidad, por la limpieza de los folios, de una buena copia del manuscrito realizada por un escribano de la época– con la VIII Serranilla del Marqués de Santillana. El extraordinario ejemplar se conserva en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca. El cuadro con la copia de esos folios del manuscrito se expone, en la actualidad, junto a la entrada del despacho de la alcaldía.


Fotografia del cuadro que contiene la reproducción
de la VIII Serranilla. Se ha inutilizado el texto para no vulnerar
los derechos de reproducción, las partes señaladas
en color negro son las que contienen los versos de La Vaquera.

5. Por último, el lunes, 14 de agosto de 2023, a las 21:30 horas, se inauguró en el Centro Cultural de Hinojosa del Duque un conjunto escultórico de bulto redondo, en el contexto de la celebración del XXV Aniversario de La Vaquera, realizado por Juan Andrés Molero Cerro que representa, simbólicamente, uno de los momentos más sublimes de la Serranilla del Marqués de Santillana, exactamente el de los siguientes versos: «Non creo que las rosas / de la primavera / sean tan hermosas / nin de tal manera, / fablando sin glosa / si antes supiera / de aquella vaquera / de la Finojosa».

En el grupo escultórico creado por Maese Juan Andrés, el Marqués de Santillana, en la plena madurez, ofrece a La Vaquera, ataviada con ropaje pastoril, sombrero y cayado, una rosa. El Marqués sostiene en la mano derecha un pergamino de metal, grabado a láser, que llega hasta la peana, donde constan los versos del inicio de la Serranilla: «Moza tan fermosa / non vi en la frontera, / como una vaquera, de la Finojosa.»


El grupo escultórico presentado en el Centro Cultural de Hinojosa
en este mes de agosto.

Detalle de las cabezas de los protagonistas.

Ambas figuras –en pie y de estaturas similares– están soldadas sobre una peana rectangular con la leyenda «La Vaquera de la Finojosa» que es obra de Álvaro Molero Cerro (Empresa: Doble A, aluminio y carpintería metálica).

El grupo escultórico ha sido realizado con resina de poliéster y epoxi y tiene acabado con efecto bronce y rematado con delicadas tonalidades azules. El conjunto (esculturas y plataforma) tiene unas dimensiones de 225 x 130 cm, de ahí el cuidado con el que hubo de ser introducida en el interior de la sala expositiva, habida en cuenta que su puerta de entrada tiene una altura inferior al conjunto, de 2,15 m de alto.


Momento en que se introduce el conjunto
escultórico en el interior de la sala expositiva.

Y por ahora, solo por ahora, me detengo en este párrafo, pues no me quepa duda que el licenciado don Juan Andrés Moreno Cerro nos volverá a sorprender, artísticamente, con alguna nueva creación en la que los protagonistas sean La Vaquera y/o el Marqués de Santillana, habida en cuenta la admiración que profesa a la obra del insigne poeta.



Sevilla, 23 de agosto de 2023,

día del pistoletazo de entrada 

a la «Feria de San Agustín».