miércoles, 13 de noviembre de 2019

Mi batallón, mi libertad



«Nuestro Batallón, nuestra libertad.

E n un lugar que algunos llamaron Hinojosa de Córdoba surgieron leyendas, como la de los escopeteros rastreando el Camino de Sevilla para dar escarmiento a los bandoleros o para proteger a la gente y a los ganados cuando se barruntaban lobos. También existen en los libros de difuntos de  la iglesia de san Juan Bautista anotaciones de soldados hinojoseños que murieron luchando contra el ejército napoleónico. Por si fuera poco, contamos con una nueva leyenda: ha aparecido en la Red Municipal de Bibliotecas de Córdoba un librillo de 23 páginas con el discurso que dio el párroco Juan José Zamorano en la entrega de la Bandera al Batallón de las Milicias Nacionales de Hinojosa de Córdoba, el día 27 de enero de 1839. 
No me cuesta imaginar al capellán del Batallón dirigiéndose a los voluntarios hinojoseños con voz engolada y prepotente, pues llega a decirles lo que, en su opinión, hubiera dicho la reina-niña Isabel, de haberles entregado personalmente la bandera. Las Milicias Nacionales fueron un cuerpo armado que trataba de mantener el orden y la paz constitucional, y justamente en Hinojosa, el padre Zamorano articuló su discurso al Batallón sobre tres pilares: trono, patria y libertad, en un momento histórico en que se había restablecido la Constitución de 1812 sobre el Estatuto Real.
Hoy, como sabemos, trono y patria son conceptos muy cuestionados y discutidos; pero no está de más recordar que el capellán, al entregar la Bandera, les dijo a los milicianos que esperaba que pudieran  «empujar y derribar con ella, hasta el último sillar del trono de los tiranos y allanar el suelo de la libertad que coloque a todos los hombres con igualdad al nivel de la justicia». ¿Y qué mejor justicia podría haber –ayer, hoy y mañana– que lograr la aplicación del artículo 13 de La Pepa, ahora que empiezan a quitarle el polvo a las urnas para cosechar votos? Sí, ese artículo que dice que el «objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que lo componen».
¡Qué batallas fueron las del capellán Zamorano! ¡Qué paisanos aquellos que fueron voluntarios a la Primera Guerra Carlista persiguiendo esa felicidad! Aunque  la patria y el trono están irreconocibles por los tejemanejes, nos queda una pequeña libertad: la de votar. Pero… ¿quiere que le susurré un secreto, padre Zamorano? Desde Hinojosa –o desde otro lugar– los ciudadanos ya solo aseguramos el bienestar de una clase privilegiada que no entiende que está al servicio de Nosotros, la de los políticos. 

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El art. 14.4.º de la Ley de Propiedad intelectual reconoce al autor el derecho a exigir la integridad de la obra; en mi caso, ni siquiera pude alegar ese derecho; directamente publicaron mi artículo en Nosotros (cuadríptico publicado en Hinojosa del Duque) censurando las líneas finales. Se publicó sin el párrafo destacado en rojo, tal como descubrí cuando me llegó un ejemplar impreso.

Por esta razón mi segunda –y última colaboración– en Nosotros, la correspondiente al mes de octubre de 2019, tiene tanto espacio blanco al final, porque suprimieron lo que, extrañamente, consideraron molesto.

Dios sabe que he perdido premios literarios por negarme a firmar los abusivos contratos que me ponían por delante –no en vano he escrito un libro defendiendo los derechos de los autores, aunque tenga más penas que glorias–; Dios sabe que he dejado alguna revista cuando he considerado que alguien se estaba pasando de rosca –y no me refiero a «Nosotros»–; Dios sabe que he dejado la presidencia de alguna entidad por no estar de acuerdo con alguna decisión, porque la regla de funcionamiento es la mayoría –con la que estoy de acuerdo al 100%–, por lo que siempre estoy en una disyuntiva cuando no estoy de acuerdo con lo que se ha aprobado: acepto la decisión mayoritaria y me como mis principios o me voy con mis principios a otro sitio; Dios sabe que después de estar persiguiendo casi toda mi vida ser profesora con contrato en la Universidad, cuando lo conseguí, dejé pasar la oportunidad porque quería dejar claro que si no entraba en la Universidad era por decisión mía, no porque el sistema me hubiera vencido. Con estos antecedentes, era fácil tomar la decisión de irme con la música a otra parte para seguir siendo libre y no pasar por censuras absurdas.

Y en todas partes lo hice exactamente igual que en «Nosotros»: siempre me he largado sin rodeos, sin negociar nada, simplemente avisando que ya me había ido.  



María Dolores Rubio de Medina
Sevilla, 13 de noviembre de 2019.