jueves, 5 de mayo de 2022

Las cruceras de la Cruz del Chaparral (Añora)




© María Dolores Rubio de Medina, 2022


El primer fin de semana de mayo de 2022, tras dos años de celebraciones suspendidas por la pandemia, se reanudaron las festividades de mayo ligadas a las cruces y las romerías. En Añora (Córdoba), el ritual del primer fin de semana del mes de mayo es «vestir la Cruz», costumbre que se realiza desde el s. XVI. En su origen era una fiesta religiosa, que hoy incorpora otros actos de carácter más lúdico-económico; y que incluye, por ejemplo, la celebración de un mercadillo en la plaza principal de pueblo, la organización de un concurso de pintura rápida y diversas actuaciones musicales.


Detalle de una Cruz interior, 2022.


La «Fiesta de la Cruz» –o como se la denomina en muchos pueblos de Los Pedroches, «las cruces de Añora»–, ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico de Andalucía. La espectacularidad de la fiesta y la repercusión que tiene a nivel comarcal y nacional, son sobradamente conocidas, no en vano, en Añora se «vestía las cruces» cuando en ningún otro pueblo de la Comarca se realizaba un celebración similar. Hoy en día, la celebración de concursos de Cruces en el mes de mayo es una celebración muy popular en los pueblos de Los Pedroches; no obstante, el único pueblo que sigue guardando su originalidad y carácter genuino es Añora, pues tiene Fiesta de la Cruz con una marca propia, una forma de concebir las cruces que la diferencia de los demás pueblos. A ello contribuye, de manera especial, la abundancia de cruces de granito en el pueblo, dispersas por sus calles o plazas, que permiten a «las cruceras» –cierto que también intervienen hombres, pero siempre ha sido una fiesta más asociada a las mujeres, que llevan a cabo la voz y el esfuerzo cantante– desplegar su creatividad.

Usando el vocabulario local, las Cruces «se visten», exactamente como si fuera una persona. Atrás quedaron esas «cruceras» vestidas de negro y con mandiles que se reunían en torno a las mismas eternas cruces exteriores, o se recogían en los interiores de las casa, en las que, como cuevas, se abría la habitación de la Cruz, mientras ellas vigilaban, sentada en recios bancos de madera o alrededor de la mesa camilla, a los propios y foráneos que invadían la intimidad de sus casa para «espiar» la belleza del interior. Atrás quedaron «las cruceras» enlutadas que el tiempo ha detenido en las páginas del libro Cruces de Añora. Paisaje en el tiempo de Ismael Sánchez Aparicio y Alejandro López Andrada (Ayuntamiento de Añora, 2000). Hoy «las cruceras» son de nuestro tiempo: miran mucho por su economía, por lo que adquieren los productos necesarios para hacer los adornos de las cruces en Amazon (donde compran la purpurina, alguna pistola de silicona, la resina, el pegamento, etc.); consultan el tiempo que hará en sus móviles, para ver si la inoportuna lluvia invadirá su efímera creación; y atienden a los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales, que acuden al pequeño pueblo de poco más de 1.500 habitantes para que hablen del misterioso ritual de «vestir la Cruz», que cada año revive en  el mes de mayo.


La Cruz del Chaparral


Aunque este año «las cruceras» han volcado su creatividad en cuatro cruces interiores y ocho exteriores, me voy a centrar en la Cruz del Chaparral; por dos razones; primero, porque cuando me puse en contacto con mi amiga, la escritora Raquel Gil Espejo, para avisarla de que iría a Añora, me dijo con gran alegría: Este año soy crucera, así que, por este detalle, he dispuesto de una fuente de primera mano para hacer este «Trabajo de Campo»; y, en segundo lugar, porque, a pesar de haber obtenido solo el cuarto premio del concurso de las Cruces, «las cruceras» introdujeron un introdujo una innovación que, al parecer, no fue muy valorada por el jurado: pusieron cifras al trabajo realizado, al instalar un panel informativo en el que, didácticamente, explicaban el proceso de elaboración de las hojas y las flores con tela de cancán y utilizando botellas de plástico de color blanco que fueron acumulando a lo largo del año. Gracias a ese panel, conocemos la cantidad de adornos que tuvieron que confeccionar para «vestir» a la Cruz.


Panel informativo del proceso creativo del la Cruz.


La Cruz del Chaparral es exterior, está dispuesta sobre una plataforma de granito de dos niveles; en el centro, al final de tres escalones de granito cuadrados, se alza la Cruz. Para vestirla, una treintena de noriegos (de ellos 22 mujeres) desarrollaron la idea de una «jefa», aunque estamos ante una colectividad, cuya cohesión social se basa en la participación de todos, por los que se fueron incorporando opiniones para mejorar el diseño. Durante unos dos meses, el grupo se reunió en una casa «prestada», donde fabricaron artesanalmente los adornos, aunque algunas personas elaboraron sus trabajos en sus propias casas. 

Al igual que en cualquier otra Cruz, el secretísimo del diseño es otro de los elementos de cohesión social del grupo. Se oculta al resto del pueblo, a los otros grupos que también elaboran, en secreto, sus propias cruces. Informar del proyecto es dar armas a la competencia, jugarse el prestigio de la Cruz. Al día de hoy, el comercio electrónico es un plus para mantener en secreto su elaboración, pues los materiales adquiridos para vestir la Cruz llegan al pueblo en cajas herméticamente cerradas.

Es el propio grupo de «cruceras» y «cruceros» el que asume los gastos de la elaboración de su Cruz, así en la Cruz del Chaparral, cada miembro participó añadiendo al fondo común 20 euros, que se utilizaron, principalmente, para comprar los materiales, incluso para adquirir los sacos de sal que sirvieron de alfombra para la Cruz. También forman parte del fondo los botes procedente de los premios, los cuales, si se obtienen, se guardan para la elaboración de la Cruz del año siguiente; pues hay que seguir manteniendo el prestigio de ese barrio, de esas calles, de esa cruz de granito, hay que continuar con la ritualidad. 

En la localidad se le da forma a los hierros que sirven para fijar el decorado de las Cruces exteriores, que se encargan a los herreros que han sido contratados por el ayuntamiento. También corresponde al consistorio local preparar las estructuras metálicas que sirve para colocar los focos que iluminarán las Cruces exteriores, pues no hay que olvidar que el día grande de la fiesta es la noche, la del sábado al domingo, en este año 2022, la noche del 30 de abril al 1 de mayo. 

En días previos, un grupo de cruceras se reunió para preparar los dulces que se fueron consumiendo durante la noche de la velá que, sobre todo, son muestra de la hospitalidad con la que los noriegos agasajan a los vecinos y forasteros que acercan a visitar las Cruces. Se hicieron bandejas y bandejas (a veces se presentan en pequeños barreños) de hojuelas (flores de sartén), borrachuelos, rosquillos... También se preparó chocolate. 

Una vez que «las cruceras» hubieron confeccionado y reunido las distintas piezas para vestir la Cruz, a primera hora de la mañana del mismo día en el que celebra el día grande de la Cruz (la velá), que siempre es en sábado, salieron a la calle con los materiales para comenzar a «vestir la Cruz». Es el momento en que se hace más patente la labor de los hombres del grupo, que intervienen en la colocación de las carpas; en el montaje de los andamios que servirán a las «cruceras» para colocar los adornos, en este caso fueron unas estructuras de hierro que se fijaron al suelo con tornillos; aunque si el material lo permite, también se fijan con silicona. También se ocuparon de reunir troncos, cerca de la Cruz, para hacer la candela, alrededor de la que transcurre el día y la noche, y se realizan las comidas de confraternidad, que también salen de un fondo común.

A las 19,00 horas del sábado (30 de abril) comenzó el momento mágico de la apertura de las cruces y, oficialmente, la «Noche de la Velá», la fiesta grande. «Las cruceras» intentan atemperar los nervios, pues la suerte ya está echada, contemplan la Cruz vestida y reciben los elogios de los visitantes, mientras cantan las canciones típicas, «los mayos». El grupo, con disimulo, intenta identificar entre el gentío a las 4 personas que forman el jurado que concederá los premios. La fiesta no para, un grupo de jotas noriego y la Tuna van actuando alrededor de las Cruces, entreteniendo a los noriegos y a los forasteros, mientras, a lo largo de la noche, los integrantes del jurado, normalmente relacionados con el mundo de la cultura, van visitando cada una de las Cruces, solo se conoce su identidad cuando se falla el concurso en la Casa de la Cultura. Este año, el fallo se fijó para las 3,30 de la madrugada. 

Cuando se conocen las Cruces ganadoras de los premios, las ganas de fiesta van decreciendo y los grupos de «cruceros» y de visitantes comienza a retirarse a descansar. A «las cruceras» todavía les quedará otra jornada, pues las Cruces estarán abiertas todo el domingo. Al día siguiente, bien entrado el día, comienzan a agruparse alrededor de su Cruz, en la que celebraran otra comida de confraternidad, mientras, de vez en cuando, suena el popular estribillo:

Mayo, mayo, mayo;

bienvenido seas para trigos y cebadas, 

caminitos y veredas.



Participante del V Concurso de Pintura "Fiesta de la Cruz".



Sevilla, 05-05-2022. 


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