viernes, 29 de abril de 2022

LABRADORES HINOJOSEÑOS CONTRA LA USURA CAMPESINA (1932).


© María Dolores Rubio de Medina, 2022


He mencionado, en alguna ocasión, que buena parte de la estabilidad social existente en Hinojosa del Duque, en el primer cuarto del siglo XX, tuvo su razón de ser en un grupo social que no se daba en otros lugares cercanos, como en Belalcázar, pueblo que era mucho más conflictivo, al depender sus jornaleros de los grandes terratenientes. 


Tierras municipales actuales:
la Dehesa de la zona de descanso de la Virgen de Guía.


En Hinojosa, aunque también era una ciudad muy afectada por el desempleo, un parte de la población tenía cierta estabilidad económica, al proceder del sector de los «matrimonios de media yunta»; es decir, de la unión en la que cada contrayentes aportaba como dote matrimonial, «media yunta». Por ejemplo, si cada uno de ellos aportaba una mula, ya tenían el medio de locomoción necesario para tirar del arado y labrar la tierra.

Hablamos pues, de labradores que gozaban de cierta autonomía, no de jornaleros agrícolas que dependían de que los propietarios de las tierras los contratasen. Los peones agrícolas solían aguardar en un punto, frecuentemente en la plaza principal del pueblo, hasta que pasaba alguien y los contrataba para ganarse el pan del día, si había suerte. El empresario podía ser un terrateniente, un pequeño propietario e incluso el ayuntamiento, en el marco de los planes aprobados por la Diputación para combatir el paro.

Ahora bien, ¿cuál era la forma de acceder a la tierra para trabajar en  explotación propia? Los métodos más comunes eran los siguientes:

a) Al producirse uno de los ritos de paso de la organización socio-económica: el matrimonio. Cuando la familia de los contrayentes tenía ciertos medios, el nuevo matrimonio podía disfrutar de la cesión de tierras hecha por sus progenitores. Estos supuestos eran muy minoritarios, pues lo común es que dos generaciones diferentes explotasen las mismas tierras durante largos años. Las labores agrícolas, al estar escasamente mecanizadas, precisaban de abundante mano de obra, por lo que era normal este sistema de explotación conjunta.

b) Por herencia, cuando había un patrimonio que transmitir a los herederos. En muchos casos, las nuevas unidades familiares pasaban a ser propietarias de tierras propias, puesto que las condiciones higiénico-sanitarias (falta de médicos, falta de hospitales y medicamentos, alimentación deficiente, etc.) provocaban una mortalidad muy alta. Era frecuente heredar las tierras alrededor de los 30 años. No como en los años 60-70, período en que el aumento de la esperanza de vida, derivado de las mejoras higiénico-sanitarias, tuvo como consecuencia que el campo no cambiase de manos. El campo quedó en manos viejas, cansadas, provocando que los hijos, al no heredar no lograban la independencia económica, por lo que comenzaron a emigrar a los núcleos industriales que ofrecían generosos sueldos en las fábricas, y puestos laborales que podían desempeñar sin tener gran formación educativa.

c) Otra de las fórmulas utilizadas para tener tierras propias fue endeudar a la familia, solicitando préstamos bancarios para adquirirlas. En Hinojosa del Duque, alrededor de 1928, un sector importante de la población accedió a tierras propias que adquirieron a crédito. Los suelos procedían del reparto de tierras municipales que fueron puestas en el mercado. No todos los campesinos pudieron asumir la devolución de los pagos de los créditos a los bancos, en consecuencia, los impagos provocaron que muchas entidades de crédito adquieran fincas a precios bajísimos porque las personas que las habían comprado no pudieron asumir la devolución del capital prestado, incrementado con unos intereses abusivos. 

El sistema de créditos degeneró en una verdadera usura contra los campesinos, y fue dando bandazos hasta que se convirtió en un verdadero problema, a partir del año 1930. La bola de la usura campesina creció de tal modo que, en 1932, el problema se trató en las Cortes de la II República.

Los labradores hinojoseños, a través del diputado D. Antonio Jaén Morente, elegido en la legislatura 1931-1933, por el Partido Derecha Liberal en la circunscripción de Córdoba (provincia), trataron de llamar la atención del Ministro de Justicia, en la Sesión celebrada en las Cortes el 4/11/1932, sobre el problema, ofreciendo como solución que se aprobase una ley moratoria de los pagos, que les permitiese ampliar el plazo para devolver los créditos que solicitaron, en su día, para pagar las tierras.

Los labradores honojoseños, según explicó en su intervención el señor Jaén, «hasta el año 30 pagaron, según se dice en frase vulgar, religiosamente todos los intereses y todos los plazos a que se comprometieron al dividirse entre ellos el termino municipal; pero después de esta fecha no han podido seguir pagando, dándose el caso de que muchos Bancos locales se han adjudicado fincas por un 10 o un 15 por 100 de su verdadero valor. Como digo, ellos piden una moratoria, y fundamentalmente la siguiente moratoria, sobre la cual quiero llamar la atención de los Sres. Ministros: ‘‘Los Bancos, a excepción del Banco Hipotecario, vendrán obligados a renovar la operación mediante el abono del 10 por 100 de la deuda, hasta que se cumpla la fecha de la prórroga referida.’’. 

Por eso, el diputado llamó la atención «sobre el gravísimo problema de la usura campesina, que en los tiempos actuales de la República ha sido acrecentada y se ve mas acentuada que en los días anteriores al año 1930».

Aunque la petición del Sr. Jaén iba dirigida al Ministro de Justicia, también tuvo ocasión de dirigirse al Ministro de la Gobernación, ante el que expuso, de nuevo, detalladamente, las circunstancias de la realidad socio-económica que, en 1932, se dio en Hinojosa del Duque

No hay que olvidar que el día 9/8/1927, la Gaceta de Madrid, publicó el Real Decreto del rey Alfonso XIII por el que confiere a Hinojosa del Duque el título de CIUDAD. El honor se le otorgó, entre otros méritos, por el creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio; sin embargo, cuando el Sr. Jaén habló en las Cortes, lo que describió, ni más ni menos, fue una ciudad en decadencia. 

Para entenderlo, no hay nada mejor que reproducir las palabras que le dijo al Ministro de la Gobernación, así asimilaremos la gravedad que alcanzó el problema de la usura campesina en Hinojosa, aunque sus palabras son reiterativas de lo que le dijo al Ministro de Justicia: 

«En la tierra cordobesa hay un pueblo, uno de los magnos pueblos de aquella serranía, Hinojosa de Córdoba, en el cual se agudizan el problema del paro y el problema agrario de un modo intensísimo. Hinojosa del Duque, como primitivamente se llamaba, Hinojosa de Córdoba, como le llamamos hoy, es un pueblo de la sierra cordobesa, con un enorme término municipal que hace cuatro o cinco años fue repartido entre unos modestos terratenientes. Estos terratenientes modestísimos están sujetos a una serie de trabas y se ven gravados de modo cruel por la usura en sus diversas manifestaciones, dándose el caso de que en un solo Juzgado se están tramitando en la actualidad 120 ejecuciones. Como digo, el problema de la usura es allí algo de una gravedad tan enorme, que amenaza acabar con todo el término municipal y con la orientación agrícola de la comarca. Estos terratenientes modestísimos se dirige por mi conducto al Sr. Ministro de Justicia, y también a la Cámara, con una solicitud que he de adjuntar, adverándola, para los fines reglamentarios, con mi firma modestísima, a los efectos de su publicación, en la cual piden una ley de moratoria. Piden esta moratoria precisamente porque están completamente dispuestos a pagar cuanto deben. Hasta el año 30 pagaron, según se dice en frase vulgar, religiosamente todos los intereses y todos los plazos a que se comprometieron al dividirse entre ellos el termino municipal; pero después de esta fecha no han podido seguir pagando, dándose el caso de que muchos Bancos locales se han adjudicado fincas por un 10 o un 15 por 100 de su verdadero valor. Como digo, ellos piden una moratoria, y fundamentalmente la siguiente moratoria, sobre la cual quiero llamar la atención de los Sres. Ministros: ‘‘Los Bancos, a excepción del Banco Hipotecario, vendrán obligados a renovar la operación mediante el abono del 10 por 100 de la deuda, hasta que se cumpla la fecha de la prórroga referida.’’».

En la misma Sesión –del día 4/11/1932–, el Sr. López de Goicoechea, otro miembro de las Cortes, expuso un problema similar respecto a las minas de La Unión y de Linares, circunstancia que fue aprovechada por el Sr. Jaén para adherirse a su petición, por entender que existía «un caso absolutamente idéntico en la provincia de Córdoba, en Hinojosa del Duque, que también está llamado a desaparecer. Habiendo sido uno de los florones de la industria, hoy esta en decadencia; y al sentido, al espíritu de las palabras del Sr. López de Goicoechea me uno, por lo que se refiere a Hinojosa del Duque».

En definitiva, para florones históricos, los de estos labradores hinojoseños que lograron que su lucha contra la usura campesina llegase a las Cortes, aunque no sepamos el resultado que obtuvieron en sus peticiones.

28-04-2022. 



Nota: 

D. Antonio Jaén Morente, elegido por el partido Derecha Liberal Republicana, ejerció la profesión de Catedrático del Instituto de Córdoba y fue Director del Colegio Asunción. Desempeño su actividad de diputado desde el día 07/07/1931 al día 05/05/1933.

Su discurso sobre el problema de la usura campesina se ha extraído del diario de las Cortes de la época, que se encuentra en la Web del Congreso.

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