© María Dolores Rubio de Medina, 2021.
Como lectora conocí a Gloria Cambrón Pimentel por su novela La Mula Roja (2017); mucho antes, la conocí de vista, que no de trato, pues somos vecinas en Hinojosa del Duque. Ahora tenemos contacto telemático, que no personal, pues nuestras casas del pueblo no suelen acogernos a ambas al mismo tiempo, cosas de la modernidad o con un toque menos poético, de la necesidad de ganarnos la vida porque «no se vive del cuento» y hay que trabajar mucho para llenar la vida de cuentos.
A Gloria la conocí, como decía, leyendo su tercera novela, La Mula Roja; desde entonces no ha dejado de trabajar la narrativa al margen del cauce tradicional de las editoriales tradicionalistas, tan esquivas y ajenas para los que construyen libros a nivel local. Es una escritora que no escribe lo que el mercado editorial, dirigido a una población educada en las redes sociales, demanda; sino que ha optado por narrar lo cotidiano, la lentitud en la que transcurre el tiempo y las ritualidades de los pueblos pequeños envueltos en un ambiente dominado por la religiosidad y el qué dirán.
Si en La Mula Roja nos mostró, desde una Hinojosa que ya no existe, la reconstrucción de una familia destrozada por una bomba, a la que según Gloria «no le ocurrió nada diferente de lo habitual en época de guerra; pero no por ello, esta historia ha dejado de impresionarme toda mi vida», en 3197 pasos sigue recuperando las historias de esa gran familia rural que es Hinojosa. Cuenta lo que sucede cuando se vive en un pueblo y los vecinos de calle, con sus gracias o desgracias, te «prestan» el material narrativo suficiente para dar rienda suelta al oficio de escritora rural. Con ese bagaje, saca adelante sus historias, por su cuenta, con mucha valentía, autopublicándose el resultado para tener el control no sólo sobre la forma de contar la historia, sino también para elegir su maquetación, qué imagen quieres colocar en portada y cómo quieres venderla.
En 3197 pasos he descubierto a una escritora que va avanzando hacia su madurez narrativa, mostrando la Hinojosa de finales de los 60, principios de los 70, del siglo pasado. Es una obra en la que los diálogos ocupan una parte muy importante de la escritura, al reproducir cómo hablan los colodros, con una gran economía de frases que hace que las reduzcan a su expresión mínima. Estos recursos son propios de pueblos donde la gente se cruza en las calles abrasadas por el sol o las heladas; y las conversaciones son rápidas para escapar cuando antes de los rigores de la naturaleza. Economizar las palabras juntándolas es una peculiaridad propia.
Cuando se selecciona una novela, lo habitual es realizar una critica o una sinopsis. Lo primero lo he hecho rara vez en mi vida porque siempre son opiniones personales sin validez alguna; también tiendo a huir de lo segundo, porque son los lectores los que tienen que descubrir qué pasa en 3197 pasos y qué misterio se esconde detrás de este título.
Mi intención al dedicar una entrada a Gloria Cambrón Pimentel en este blog, es –dentro de mis posibilidades–, la de dar a conocer la obra de una escritora que, como Pío Baroja en La fiesta de los discretos (1917), muestra cómo vive, ama, sueña y entierra la gente que permanece en un entorno rural, sobreponiéndose a ese opresivo y moralizador «qué dirán» que se esconde detrás de cada esquina, al de los mirones que se sientan en las terrazas de los bares o al fresco de la calle para ver pasar a sus vecinos. Esa atmósfera que también describe Carmen Laforet en Nada y que tantas iniciativas y sueños trunca, sobre todo, cuando los reproches parten de la propia familia. Como Baroja y Laforet, Gloria, situando el escenario en Hinojosa del Duque, reconstruye como Hinojosa juzga a Hinojosa, contando la vida de una familia.
Finalizo dando la enhorabuena a Gloria Cambrón Pimentel por 3197 pasos, ya preparada para recibir su siguiente obra, cuando tenga bien a sorprendernos con ella.
En Sevilla, 13 de febrero de 2021.
II Año del Glorioso Bicho Fiero.
Tratando de encontrar recuerdos de una lejana juventud en Hinojosa, me encuentro con este blog por pura casualidad y leo este nombre, Maria Dolores Rubio y mi memoria me lleva a un verano en Hinojosa por 1985 más o menos en el que conocí a una prima algo lejana con ese mismo nombre que me descubrió el pueblo de mis padres y al que yo era la primera vez que iba. No sé si serás tú, mi Nombre es Ana Prados. Perdón por mi atrevimiento, y de todas formas un saludo
ResponderEliminarHola, Ana.
EliminarMe has encontrado, soy Mari-Loli.
Pásate por FB MD Rubio De-Medina (pide amistad o mándame un privado con el número del móvil).
Un abrazo
Pues que alegría, si lo haré, un abrazo
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