lunes, 11 de enero de 2021

EL CARAMELO



© María Dolores Rubio de Medina, 2020


Cierto que el tema que trato no es novedoso, en alguna de las viejas revistas de Feria recuerdo haber leído algo sobre el famoso caramelo que en la II República ocupó las páginas del semanario Hinojosa, en concreto dentro del apartado «Fogonazos».  El periódico local realizó varias llamadas de atención a la Corporación para que retirase una piedra de gran tamaño de una calle de Hinojosa del Duque. 


Que un pedrusco colosal, cariñosamente bautizado como caramelo apareciese, al menos, 8 veces en las páginas del Hinojosa, que solo disponía de unas 8 hojas por número, salvo excepciones extraordinarias, demuestra el interés que el tema despertó en los lectores y, sobre todo, es prueba del ingenio de la redacción para zaherir al poder político local, criticando  su incapacidad para resolver problemas que interesan a la ciudadanía.


Fue el 1 de enero de 1931 cuando el Hinojosa publicó unas líneas que acabarían provocando una revolución en los lectores, a tenor de ese tira y afloja de los redactores del periódico con la persona ocupante de la alcaldía, que duró año y medio.

En el apartado «Fogonazos» que servía para realizar llamadas de atención y dar avisos,  aparecieron esta líneas:

«A la entrada de la calle Cristo hay, desde hace muchos meses, una piedra de colosales dimensiones. Parece puesta exclusivamente para que alguien se rompa la cabeza. ¿No podría el Sr. Alcalde ordenar el traslado de tan excelente ejemplar a otro sitio más apartado?».


Créanlo o no, un año después el chinato seguía en el mismo sitio, con lo que la redacción vuelve a hacer las delicias de  los ciudadanos, rebautizando el dichoso elemento.

Así, el 3 de enero de 1932, unas líneas dan cabal medida de la desidia municipal, pues el Hinojosa publica lo siguiente: «Continúa en posición cúbito supino, el caramelo de piedra avecinado a la entrada de la calle Cristo».


Pero «nanay, naranjitas de la China», otros quehaceres más importantes tendrían los ocupantes temporales –todo poder político es temporal, si no se gana en las urnas, se pierde con la visita de la de la guadaña– para prestar atención a ese problema. La mayoría de las veces, se llega al punto de no reconocer la realidad, sencillamente porque «quitar el chinato» hubiera sido dar la razón a los redactores del periódico. Así que, como el pedrusco seguía tan pimpante en el mismo sitio, los redactores vuelven a la carga y con bastante generosidad, pues pretenden quitarle trabajo al Ayuntamiento: «HINOJOSA solicita permiso a la Alcaldía para trasladar a otro lugar por cuenta propia, el caramelo magnífico que yace a la puerta de la taberna de Benito. ¡Y si el Ayuntamiento tiene mucho interés en él, no tenemos inconveniente alguno de subirlos a las oficinas para que sirva de pisapapeles.» (Hinojosa, 17 de enero de 1932).


Como ni permiso, ni pisapapeles, ni «ná», al cabo de poco más de dos meses, los redactores retoman el asalto. Esta vez lo plantean como un reto: «¿A que no es capaz el Ayuntamiento de mandar quitar la famosa piedra que hay a entrada de la calle Cristo?». (Hinojosa, 27 de marzo de 1932).


Por estas fechas, la opinión nacional e internacional estaba centrada en las noticias del secuestro del hijo del aviador Charles Lindbergh, secuestrado el 1 de abril de 1932 y que apareció muerto dos meses después, el 12 de mayo de 1932. En este contexto pudiera entenderse el siguiente comentario que apareció en el recuadro del «Fogonazo»:

«Ya apreció el niño Limberg. Brindemos al municipio la idea de obsequiarlo con ‘’caramelo’’ de la calle Cristo.

¡Esas golosinas son el encanto de chicos y grandes...!». (Hinojosa, 10 de abril de 1932).

Por la fecha del comentario, 10 de abril, es probable que los redactores hubieran dado por válido algún rumor sobre la aparición del niño secuestrado.


Será a finales del mes de mayo cuando nuestros amigos vuelvan a la carga. El Hinojosa del día 19 de mayo de 1932 deja claro que la Alcaldía se enfrenta a una redacción tenaz, que no cede en sus pretensiones, que ameniza con un humor delicioso. Para regocijo de grandes y chicos, suelta su «Fogonazo»: «Ante la resistencia de las autoridades a trasladar a lugar más apropiado el famoso caramelo de la calle Cristo, varios vecinos de ese lugar han decidido disolverlo con los ácidos corrosivos que llevan en suspensión las aguas residuales de algunas viviendas.

¡No sería posible taponar esos albañales!».

No solo era ya cuestión de facilitar el tránsito de los viandantes, de los animales de carga y de los escasos vehículos a motor que pasaban por la calle, sino que ahora le añaden un problema de salubridad pública. Una  queja constante y frecuente en la época, pues a la ausencia de alcantarillado que eliminase el problema de las aguas residuales y los malos olores, se añadía la falta de agua corriente, que no llegaría a Hinojosa hasta la mitad de los años 70.

Ni mencionando razones de salubridad, el Ayuntamiento cumple con sus  deberes, sigue a lo suyo, ignorando reclamos, por lo que. un mes después, nuestro simpáticos redactores, vuelven por su fueros y escriben: «Nos jugamos lo que quieran, a que el Ayuntamiento no es capaz de quitar el caramelo de la calle Cristo. Y lo lamentable del caso es que el público y nosotros sabemos por qué no pueden hacer ese traslado.» (Hinojosa, 19 de junio de 1932).

¿Qué razones son esas para no trasladar el chinato? Como no fuera que la Alcaldía no quisiera dar su brazo a torcer, no se me ocurre otra.


Ante la falta de repuesta, los redactores cambian de táctica y en lugar de dirigirse en abstracto al Ayuntamiento o a la Alcaldía, optan por realizar un alegato directo a las personas que forman la Corporación, con la intención de que las mismas respondan:

«Si algún concejal viviera en la calle Cristo a buen seguro que nadie arrojaría aguas sucias y pestilentes a ese lugar de la ciudad. Pero se da el caso que los señores ediles tienen su residencia bastante lejos de ese peligroso foco de infección». (Hinojosa, 3 de julio de 1932).


El Hinojosa publicó su último número el 12 de noviembre de 1933,  con la marcha de su «alma mater», Domingo Rex a Argel para ejercer como profesor, su vida llegó a su fin. Desde el mes del julio y hasta su desaparición, el caramelo no volvió a aparecer en sus páginas, cierto que la broma ya había dado de sí todo lo que podía dar, por lo que desconocemos si ganó el Hinojosa o ganó la Alcaldía, el primero, logrando su propósito de que se retirara la colosal piedra; la segunda, ignorando su labor.


Sevilla, 11 de enero de 2021.



La colección del periódico Hinojosa, está formada por 154 números, su número 1 se publicó el día 28 de septiembre de 1930 y el último el 12 de noviembre de 1933.













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