© María Dolores Rubio de Medina, 2021.
Tiempos estos en los que se pierden o «se distraen» cosas pagadas con los dineros de los ciudadanos. De bienes que salen alegremente de las tesorerías de los Ayuntamientos, convenientemente surtidas (aunque nunca llueve a gusto de todos) por las correspondientes partidas presupuestarias que, previamente, se han obtenido ordeñando a los naturales, los residentes y los transeúntes.
En otros tiempos el dinero público se miraba con más detenimiento, hasta el punto que su justificación y control por parte de la autoridad se ejercía con una minuciosidad atosigante, lo que en ocasiones llevaba a episodios hilarantes. Claro, que excepciones las hubo también en esas épocas.
Pues bien, rescato uno de esos episodios hilarantes, para ello me voy para atrás, a los tiempos de II República y aparece, para nuestro regocijo en las páginas del celebrado semanario Hinojosa, uno de esos episodios de control de las inversiones realizadas.
En una de las sesiones del Ayuntamiento hinojoseño, concretamente en la celebrada el 27 de abril de 1932 y presidida por el Alcalde-Presidente, a la sazón el Sr. Barbero Carrasco, uno de los concejales, el Sr. González (ignoro el partido al que pertenecía) pidió –agárrense, que vienen curvas- «que se imponga un correctivo, al sereno que perdió hace unas noches su porra de goma.» (Hinojosa, núm. 84, 1/5/1932).
Eso sí que eran sesiones ordinarias o plenos con todas de la ley, pues en ellas tenía cabida hasta discutir el paradero de «una porra de goma», y no las de los soporíferos plenos destinados a arreglar el alcantarillado, traer el agua o quitar pedruscos que entorpecían la circulación de las calles. Hay que señalar que, en los años treinta del siglo pasado, los ciudadanos tenían muy presentes las consecuencias de la I Guerra Mundial, por lo que muchos estaban enormemente preocupados por la existencia de armamento. Los organismos internacionales entablaban negociaciones para poner de acuerdo a unos y otros. Así en febrero de 1932 se celebró una Conferencia para la reducción de armamento en Ginebra. Los Delegados de los 70 países participantes encontraron tanta dificultad para ponerse de acuerdo que las negociaciones se suspendieron en verano, y no se reanudaron hasta el año siguiente.
En este contexto deberá insertarse nuestra noticia sobre la misteriosa desaparición de una porra de goma, que era una herramienta que se probaba en muchas carnes humanas de la época. El misterio sobre el despiste del sereno se resuelve en el siguiente número del Hinojosa (núm. 85, 8/5/1932). Gracias a un redactor que firma con el original seudónimo de DON PEPE, nos enteramos que el asunto del sereno y de su porra fue uno de los casos más pintorescos «que puedan darse en el ambiente pueblerino y ha servido de pábulo a los comentarios de la peor intención».
En efecto, no cuesta mucho imaginar a los hinojoseños haciendo «la noria»; es decir, paseando por la plaza dando vueltas a la tribuna o glorieta de los músicos, mientras echaban un ojo al sereno y trataban de contener la risa al pasar a su lado.
Resulta que, según DON PEPE, la distracción de la porra del atuendo oficial de nuestro protagonista más que a su descuido había obedecido a su diligencia. El sereno «inflamado por los más nobles y humanitarios sentimientos», derivados de las conversaciones del desarme que se realizaban en Ginebra, donde se discutía la manera de evitar que los pueblos «se aventuren otra vez por los caminos feroces de la guerra», era una de las personas muy interesadas en el tema de «acabar con las armas, desterrar los medios de destrucción».
El sereno a quien se pretendió sancionar, lo que merecía en realidad era «un homenaje de admiración y respeto», porque, según DON PEPE, «el pobre hombre se limitó a esconder su porrita de goma, para colaborar así con el desarme universal que ha de acordarse en breve. Ahora resulta que, en lugar de un correctivo, lo que está pidiendo ese funcionario municipal es un artístico pergamino con el estupendo titulo de PRIMER SERENO PACIFISTA».
Pues ya lo leen, las sorpresas que nos llevamos cuando miramos atrás. Mi conclusión es que los colodros, además de regocijarnos con la Catedral de la Sierra, el Pilar de los Llanos y otros monumentos y aledaños, podemos expandir nuestro orgullo por haber tenido el PRIMER SERENO PACIFISTA DE LA HISTORIA MUNDIAL.
¡Habrá que levantarle un monumento! ¿Al sereno o a la porra?
Sevilla, 21 de enero de 2021.
II Año del Glorioso Bicho Fiero.
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