domingo, 22 de julio de 2018

A VUELTAS CON LOS LIBROS Y LIBRETOS DE «LA VAQUERA DE LA FINOJOSA»


© María Dolores Rubio de Medina, 2018


Al margen de las famosas Serranillas del Marqués de Santillana (1398-1458), escritor que forma parte de los libros de textos escolares, la obra teatral más antigua que lleva el título de La vaquera de la Hinojosa fue escrita por Luis de Eguílaz (1830-1874). Este autor la imaginó para la actriz Cándida Dordalla, que representó el papel de Catalina, la vaquera, en las tablas del Teatro Príncipe de Madrid, siendo estrenada el día 6-9-1856.


La mitomanía de "La vaquera": obras de Eguílaz y Benítez, vídeos de la I y IV edición.

Se trata de una obra estructurada en tres actos; el primero con XI escenas, el segundo con XII escenas, y el tercero con VIII, más una «escena última». Entre los personajes se encuentran Íñigo López de Mendoza, el marqués de Santillana, y Jorge Manrique. Los escenarios principales de cada acto son: un valle limitado por altas montañas; una sala del castillo de Íñigo (acto segundo); y el interior de la casa de Alonso, padre de Catalina. 
La obra está situada en un lugar indeterminado de la geografía gallega, llamado «Hinojosa de la Frontera» (Hinojosa del Duero, a unos 100 kms. de la frontera portuguesa, es el lugar más real que se me ocurre), aunque a veces, se menciona Castilla, lo que genera dudas acerca del sitio de escenificación de los hechos.
Se trata de una obra de carácter amoroso, en el que un noble –López de Mendoza– conoce a una vaquera, de la que se enamora. La tía del noble que se hace llamar prima, desacredita a la vaquera acusándola de barragana, todo porque defiende el derecho de su «primo» a casarse con una mujer de su condición, para no dar disgustos a su madre. En el fondo, lucha por ser ella la futura esposa de su sobrino. A consecuencia del acto de Alonza, la tía del marqués, el deshonor cae sobre la vaquera y su familia; por ello el cabeza de familia, Alonso, pretende matar al causante de la deshonra. El amor de la pareja acaba imponiéndose ante los malentendidos y Alonso recupera, de esta manera, su honor.
La obra, escrita en verso, es de lectura muy difícil, con un lenguaje muy arcaico y sin hechos relevantes que destacar. En definitiva, se trata, en mi opinión, de un auténtico «truño», que carece de fuerza dramática por sí sola, puesto que las comparaciones en teatro amoroso llegamos hacerlas, en el subconsciente, con la obra Romeo y Julieta de Shakespeare, y la vaquera carece de los elementos dramáticos de aquella: un intenso amor entre los hijos de dos familias enfrentadas, que solo dura tres días y acaba con algunos muertos.
En las versiones teatrales populares que se representan en otros pueblos próximos a Hinojosa, como El alcalde de Zalamea o Fuente Obejuna, incluso en El halcón y la columna (Belálcazar), los libretos que sirven de soporte a las representaciones teatrales son sólidos, al estar basados en hechos históricos reales; y, sobre todo, porque las dos primeras obras teatrales sobresalen por haber sido escritas por autores que forman parte de la historia de la literatura mundial (Calderón de la Barca y Lope de Vega).
Los sucesos que sirven de soporte a las obras citadas, no son comparables con los de una obra teatral que se desarrolla en un pueblo donde nunca ha pasado nada, según Rafael Ramírez de Arellano –y lo cito por acudir a un autor no contaminado con la parafernalia de la vaquera que empezó a partir de 1998, con su primera representación–. Este investigador, en 1904, sin ninguna dudas señala a Hinojosa como el lugar al que se refiere el marqués de Santillana, cosa que a la fecha, no ha podido demostrarse. Para Ramírez de Arellano «…ningún hecho memorable se consigna en las historias de este pueblo [Hinojosa], y hoy, es villa bastante rica y poblada, sigue fuera del comercio de las letras, como todos los pueblos que están lejos de las vías de comunicación, y apenas para llegar a ellos, cuentan con caminos de herradura». 
Por otro lado también influye el hecho de que Eguílaz tenía fama de cerrar sus obras con malos finales y esta apreciación no es mía. La observación ya aparecía, con mucha ironía, en el maravilloso periódico que se editó en nuestra ciudad durante un tiempo, el llamado Hinojosa –Año III, 6/11/1932, núm. 110, pág. 7–, donde nos dejaron escrito que, según los críticos, lo mejor de las comedias de Eguílaz eran «siempre los versos de la última escena, porque lo mejor de las cosas malas, es acabar». Aclaro para evitar malentendidos, que el periódico tenía una clara inclinación por la  izquierda (y lo aclaro porque en este país la cultura de verdad parece que es patrimonio exclusivo de la izquierda y sólo parece prestarse atención a las opiniones de los «intelectuales» de esta inclinación), y fue un fervoroso defensor de la II República, sin que, por ello, se dejara ofuscar en sus firmes opiniones cuando consideraba que los gobernantes adoptaban decisiones inadecuadas; pero, dejemos la política y volvamos a lo nuestro, al final del texto, para que cada uno de nosotros podamos valorar si el Hinojosa acierta en su observación. 
El final son los últimos versos puestos en boca de Catalina, la vaquera, pronunciados después de que su padre rehabilitase su honor ante el pueblo, pues ha hija había sido acusada, falsamente por la tía del marqués, de barragana: 
¿Non soy ya vaquera de la Hinojosa?
                 …
Si una verdad sola
el mundo ha guardado,
cual roja amapola
que crece en los prados, 
y sola levanta
su hermoso calor,
¡esa verdad santa
se llama amor!



Exposición sobre "La vaquera" en el Centro Cultural de Hinojosa del Duque.

Cuando se representó por primera vez la obra de teatro popular La vaquera de la Finojosa, por los vecinos del pueblo, hace veinte años, el día 7-8-1988, ni el principio ni el final de la obra de Eguílaz importaban, por la sencilla razón que se desconocía su existencia; por lo que para representarla, se encargó expresamente la creación de un libreto al dramaturgo cordobés Francisco Benítez Castro (1944-2017).
Este autor, tristemente fallecido el pasado año, escribió una obra titulada La vaquera de la Finojosa. Retablo para un teatro popular. El texto gira sobre la representación –muy visual– de tres serranillas del Marqués de Santillana, la de la famosa vaquera, la de la serrana de Boxmediano y la serranilla de Menga de Manzanares. Consta de un Proemio y 12 escenas, en muchas de las cuales, el autor adopta el papel de director de obra y ofrece, hasta tres alternativas a la representación escénica, en función de la mayor o menor disponibilidad presupuestaria que hubiera para representar la obra. Muchas escenas carecen de diálogos, por ejemplo, la primera escena, es una simple representación visual de la entrada, en el escenario de la Plaza de la Constitución de Hinojosa del Duque, de los personajes. Este recurso permite llenar el enorme espacio de la mitad de la plaza con figurantes a pie o montados a caballo, todos ellos vestidos con recreaciones de vistosos ropajes del siglo XV, aproximadamente, los cuales protagonizan una espectacular y colorida puesta en escena, sin necesidad de diálogo.
El Proemio se inicia con el paso por el pueblo de la reina Isabel, la Católica, hecho del que no se han descubierto pruebas documentales históricas a la fecha(1), que al tener noticia de la representación, decide quedarse para verla como espectadora.  
El núcleo del argumento es muy similar a la obra de Eguílaz, se trata de un noble que escribe y representa las tres serranillas, entre ellas su enamoramiento de la vaquera y la defensa que hace esta de su integridad puesto que «non es deseosa/ de amar, nin lo espera», por lo que solo puede ofrecerle amistad al marqués, no amor; al mismo tiempo, la sombra de la posible deshonestidad de la muchacha se agita, sutilmente, a lo largo de la obra.
Se trata de un texto teatral de frases cortas, rápidas y con un desarrollo muy ágil, a diferencia del plomizo texto de Eguílaz, en el que se introducen modismos locales –por ejemplo, el famoso «¡Que barbaridad!», que tanto repiten las mujeres del coro–, gastronomía local (hornazo de fideos, olla de carnaval, rin-ran, cachorreñas, perrunas, etc.); así como la defensa a ultranza de la arquitectura local, representada, básicamente, por la Catedral de la Sierra, cuyos planos y futura construcción es mostrada por maestro de obras de la iglesia.
Las escenas se suceden unas a otras sin hilo argumental sólido que las una, lo que no ocurría en la obra de Eguílaz, muchas veces están enlazadas por grupos de mujeres del pueblo, que actúan al estilo de los coros de las tragedias griegas que introducen dramatismo al texto con sus ropajes muy teatrales y exagerados. Estas mujeres, hacen punto y aparte en el desarrollo de la trama principal, actúan como intermediarias que explican detalles de la obra para que el espectador pueda seguir el hilo argumental, al mismo tiempo cuentan otras cosas que nada tienen que ver con la trama, así nos adentran en las costumbres locales, como ocurre con el coro final, que explica, mientras el marqués abandona el pueblo sin el amor de la vaquera pero con su amistad, la ritualidad del pan en la fiesta de San Benito. 
En todo caso, cabe señalar que la obra de Benítez cuenta con un elemento muy útil y que, en estos tiempos, se ha convertido en un grito de lucha: la necesidad de recabar el consentimiento de la protagonista, cosa que no he detectado en la obra de Eguílaz, donde lo importante parece ser el consentimiento dado por el padre de la vaquera al requerimiento en amores que realiza el marqués, presuponiéndose un consentimiento tácito por parte de la amada.
En la escena X el marqués que se marcha, desea despedirse de la vaquera, y pide a la muchacha que informe de ello a su madre con la finalidad de pedirle el consentimiento para hablarla. La vaquera, muy atinada, responde como una mujer libre, fuera de su época: 
Preguntadme vos a mí
si yo quiero hablar con vos.


Cartel de la VI representación, fotografiado en el Centro Cultural de Hinojosa.



Lo que hasta ahora he escrito, no son mis impresiones sobre la representación teatral en sí misma considerada, sino tan solo las que he extraído de la lectura de los dos textos publicados en libro con el título de La vaquera de la Finojosa. Al margen, existen, al menos, siete libretos distintos sobre la obra de teatro, que cómo es lógico, recogen las adaptaciones y fusiones, realizadas por otros escritores y/o los directores de turno (1998, 1999, 2002, 2006, 2010, 2014 y 2018), los cuales, que yo sepa, no han sido publicados en formato libro y sobre los que es muy difícil documentarse, pues salvo excepciones; en muchos casos desconozco si son adaptaciones de la dirección o de profesionales de la escritura contratados para la ocasión.
La primera puesta en escena de la vaquera en Hinojosa del Duque, se realizó en el año 1998, coincidiendo con el VI centenario del nacimiento del Marques de Santillana, cuyo libreto se basó exclusivamente en la obra teatral de Benítez y fue dirigida por Francisco García. La obra tuvo una extraordinaria repercusión, por su espectacular puesta en escena en la que intervinieron unos 200 vecinos vestidos de época, los cuales la escenificaron acompañados de caballos, vacas, ovejas, etc. Su impacto fue un reclamo nacional e internacional para la ciudad, y ocurrió algo que pocas veces sucede con las noticias que no son una calamidad o una desgracia; el pueblo y la obra aparecieron, durante algunos minutos, en los telediarios nacionales. El éxito de público y de crítica sirvió para que, al año siguiente, en 1999, se representara por segunda vez, dirigida en esta ocasión por Mercedes Castro(2). La obra, por su coste y gran complejidad técnica, pasó a ser representada cada cuatro años, siendo el año 2002 cuando, por tercera vez, se representó de nuevo, basándose en la obra de Benítez y fue dirigida por Carlos María Blanco.
En la representación desarrollada en el año 2006, el director fue José Caballero Mansilla; parece ser que fue una fusión de las obras de Eguílaz y Benítez, con lo que podría haber sido este el primer año de la puesta en escena de ambas obras teatrales(3).
En la representación que se realizó en el año 2010, el libreto tuvo cambios significativos, pues se introduce al cardenal Mendoza como acompañante de la reina Isabel. 
En el año 2014, el libreto daba prioridad a la obra de Eguílaz. La redacción del texto fue realizada por Antonio Javier Cortes, el cual lo adoptó «a las calles» y la historia de Hinojosa del Duque (ABC de Sevilla, 4/8/2014). El autor, en la entrevista, aclaró la necesidad de adaptar un texto escrito en castellano antiguo de difícil su compresión, y especialmente para  introducir «localismos, gastronomía, historia del municipio, tradiciones populares». Al parecer, partir de una obra original con un lenguaje incompresible fue objeto de crítica, así mismo lo fue la forma que presentar la historia de la localidad, al introducir ciertos monumentos (Catedral y el Pilar de los Llanos) en el siglo XV, cuando aún no estaban construidos. Por todo ello, el adaptador insiste, en la citada entrevista, que se trata de una obra de ficción, que no es real.
La VII edición de la Vaquera, cuyo director es José Caballero, y que se va a representar en los días 2 al 5 de agosto de 2018 con 250 actores, contará con los precedentes de los años anteriores, experiencias que permiten que cada cuatro años, los problemas técnicos, de desarrollo y escenificación se puedan solventar con mayor facilidad. Se trata, como viene siendo habitual, de una fusión muy visual de géneros (teatro, danza, música) y de saberes por decirlo de alguna manera (comida, historia, arquitectura, antropología, oficios perdidos, etc.), que han dado lugar a un libreto renovado que mantiene unos textos de Luis Eguílez y Francisco Benítez, y en el que las piezas musicales han adquirido mucho protagonismo, al haber ido creciendo a lo largo de las VI ediciones anteriores.


Otra vista de la exposición del Centro Cultural.


¿Y por qué he escrito esto? Porque la pasión me puede, y ando por Sevilla diciendo que tienen que ir a ver La vaquera de la Finojosa y todos me piden que haga cómo cuando dices que vienes del cine. Te piden que les resumas el argumento. Siempre me quedo confusa, sin saber decir otra cosa que «es la escenificación teatral de unas serranillas del marqués de Santillana» y para salir del paso, recito eso de «…en un verde prado/ de rosas y flores, guardando ganado…», pues soy incapaz de explicar de forma coherente el argumento –especialmente cuando recuerdo el puzzle de la obra de Benítez–. ¡Ah, bendita sea la maravillosa poesía, cuya fuerza hace olvidar a mis interlocutores mi incapacidad para explicar la obra al estilo clásico, concretando la presentación, el nudo y el desenlace!


Anverso y reverso de una entrada para la representación de 2018.

La obra teatral de la Vaquera, sea de la convocatoria que sea, no nos dará una fácil repuesta a la popular pregunta ¿de qué va? si nos limitamos a explicar el contenido del libro, el libreto o la versión de la persona que la dirige. Eso es superficial, la obra de La Vaquera de la Finojosa tiene que verse con otros muchos ojos, con los de la apropiación de un mito, como un claro ejemplo de solidaridad local, como una lucha contra el olvido o como muestrario de nuestro patrimonio, entre otros.
Es la apropiación de un mito, de un símbolo universal como es la obra de uno de los escritores más conocidos y que forma parte de los libros de texto que nos acompañaron a lo largo de una etapa de nuestra formación escolar. Se ha logrado vincular el mito a un pueblo que lo ha mimado y hecho crecer como si el marqués se hubiera enamorado, de verdad, de una colodra.
Es la manifestación solidaria de un pueblo que lucha, que se presta de forma voluntaria y desinteresada a su desarrollo –en la versión actual 250 vecinos ocuparan el escenario–. Esta maravillosa gente ha dado –y da su tiempo libre y su esfuerzo por un sueño: representa cómo vive, canta, lucha y ama un pueblo; y a los que trasmito mi agradecimiento por su labor titánica.
Es la lucha de Hinojosa contra el olvido y la despoblación, lo que se hace ofreciendo un producto teatral de altísima calidad visual y escenográfica tanto para ellos mismos, como para atraer el turismo; así como para ponerse en la mira de las noticias nacionales e internacionales. Aunque sería deseable, en el futuro, por la repercusión que tiene que Hinojosa acoja más de 2000 espectadores diarios, buena parte de ellos de fuera de la localidad, que tuviera mayor repercusión económica. Los días de la representación tendrían que ser explotados al estilo del Festival de Teatro de Almagro, que tiene diversas actividades paralelas para que la gente, además de asistir al teatro, compre, beba y coma el teatro y el patrimonio local, en el que haya rutas turísticas de personajes ataviados como la obra de teatro, así como mercadillos con productos locales. Recuerdo, por ejemplo, las comidas que aparecen en la obra de Cervantes y de las que he disfrutado, alguna vez en Almagro, de forma similar, los bares y restaurantes locales podrían preparar una carta basada en las comidas que se citan en la Vaquera.
Y por último, no hay que olvidar que se trata de una representación teatral en vivo, en la que la principal protagonista no es la vaquera, sino un edificio que ha sido construido y conservado, lentamente a lo largo de los siglos, y que es una auténtica gozada contemplar: la maravillosa Catedral de la Sierra, o iglesia de San Juan Bautista. 

Sevilla, 22 de julio de 2018.


  1. De momento lo que parece estar documentado es que el cadáver de su esposo, Fernando, el Católico, si pudo pasearse por Hinojosa o su término municipal, a tenor de lo que cuenta José Julio Martín Barba, «Guayas, lutos y exequias en el itinerario del cortejo fúnebre de Fernando el Católico», artículo publicado en la revista De Medio Aevo 9 (2016/1). ISSN-e 2255-5889; págs. 23-60.
  2. Hasta la fecha, la única mujer que ha ocupado el importantísimo cargo de Directora en las siete convocatorias representadas, sería deseable que la convocatoria siguiente, la VIII, fuera dirigida por una mujer. 
  3. La Web oficial en el momento que la consulté, daba información demasiado confusa de cada una de las representaciones realizadas, con lo que no me ha quedado claro en qué momento se produce realmente la fusión. La información que facilita la Web, aunque es sumamente útil para las personas interesadas puedan llegar al pueblo, no ofrece los datos técnicos y biográficos necesarios para realizar un estudio lo más acertado posible. También parecen existir dudas acerca de cuando aparece el personaje de la reina Isabel en escena por primera vez, cuando lo cierto es que en el libro de Benítez consta su presencia desde el primer momento.


Fuentes documentales: 


  • Benítez, Francisco: «La vaquera de la Finojosa», ediciones Duque,  Hinojosa del Duque, primera edición, 1999, 135 págs.
  • Eguílaz, Luis de: «La vaquera de la Finojosa», editor Alonso Gullón, Madrid, séptima edición, 1874, 77 págs.
  • Entrevista a Antonio Javier Cortés, en ABC de Sevilla, 4/8/2014, edición digital.
  • Hinojosa, crónicas independientes, Año III, núm. 110, 6/11/1932.
  • Ramírez de Arellano, Rafael: «Inventario artístico y monumental de la provincia de Córdoba». La obra original fue publicada en 1904, he utilizado la versión editada por la Diputación Provincial de Córdoba en 1983. Pág. 646.
  • Web Oficial: www.lavaqueradelafinojosa.es/
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