© María Dolores Rubio de Medina, 2018
Cuenta Joaquín Díaz del Moral (1969 : 345) que en la pacifica Hinojosa del Duque, en la etapa del «Trienio bolchevista (1918-1920)», el único motín que estalló fue protagonizado por mujeres «que apedrean los comercios y exigen las rebajas de las subsistencias y de los tejidos, fue dominado sin dificultad mediante promesas y la detención de dos o tres revoltosos».
Portada de "Historia de las agitaciones campesinas andaluzas", de Díaz del Moral, 1969. |
Que Hinojosa era pacífica, en comparación con otros pueblos del Valle de los Pedroches, era sabido. La explicación a la falta de incidentes violentos, quizá se encuentre en la estructura social que tenía nuestro pueblo durante esos años.
En los años 30, Hinojosa estaba sustentada en una economía integrada por «ramas de oficios, por un nutrido y hábil artesanado; en lo comercial no pasaba de lo indispensable para cubrir las necesidades de la localidad; en lo industrial, apenas nada, solo una sencilla fábrica de harinas. Lo destacado de por aquí era la tierra. Campos de secano agrícolas-ganaderos (…) la tierra estaba profusamente parcelada y repartida, en tal medida, que no pasaban de cuatro los titulares de patrimonios terrícolas relativamente elevados (…). Los pequeños y medianos propietarios lo llenaban todo; la mayoría de ellos eran ‘labradores’, esto es, cultivadores directos y personales -con su yunta de mulas-, y en número considerablemente inferior estaban los que asumían la explotación directa, pero no personal, sino valiéndose de mano de obra asalariada» (Antonio Leal Márquez, 1985 : 67). Cierto, que el paro de los jornaleros agrícolas era un problema importantísimo en la provincia de Córdoba, no hay que olvidar que un año después del segundo motín que ocurrió en 1932, se produciría el asesinato, en el pueblo vecino de Belalcázar, del alcalde Pedro José Delgado Castellano. El día 24 de marzo de 1933, dos obreros en paro asesinaron al alcalde por motivos muy confusos, según unos, por resentimientos políticos; según otros, porque fueron a pedirle trabajo y el alcalde se negó a facilitarles colocación.
Pero volvemos a lo nuestro, a la revuelta de las mujeres. La que sucedió en torno a los años 20, siempre me ha fascinado, es un episodio que siempre quise profundizar, por lo que me hice con el libro de Díaz del Moral y sufrí cierta desilusión. El autor no cita nada más que las líneas que he transcrito más arriba, ni siquiera indica las fuentes de la historia. Leyendo su obra se descubre que muchos datos los recoge de testimonios orales, aparte de que es muy impreciso en la concreción de las fechas, con lo que la búsqueda de fuentes es muy dificultosa, al no quedar claro si el motín sucedió en 1919 o 1920.
Sin embargo, como se dice por ahí que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, a veces hay suerte; y en este caso he tenido la fortuna tropezar dos veces (las que tengo documentadas) con el pan. En 1932 sucedió una segunda revuelta del pan, también protagonizada por mujeres, afortunadamente, el episodio está más documentado que el primero. El asunto comenzó con una denuncia realizada públicamente en las páginas del mejor periódico que hemos tenido en nuestra historia, el Hinojosa, que nació en 1930 como Seminario independiente y murió a finales de 1934 como Hinojosa, crónicas independientes. Se trataba de un diario de difusión semanal que salía los domingos, se vendía por suscripción previa y si quedaba algún numero suelto, se vendía en el kiosco, uno de la Plaza, claro.
Una denuncia –inserta en una sección llamada el «Fogonazo» del periódico Hinojosa de fecha de 31 de enero de 1932, núm. 71, pág. 8– encendió la mecha del pacífico polvorín. Al parecer alguien de la redacción había realizado un experimento empírico: se había provisto de una báscula y de una pieza de pan, y el resultado del tejemaneje, ocupó unas líneas del diario, poniendo el foco de atención en las panaderías:
«Hasta ahora nadie sabía que un kilo y medio puede tener mil trescientos cincuenta gramos.
¡No se rían Vds., señores, ni vayan a pensar que por esta casa andamos mal con el sistema métrico!
Si quieren convencerse de nuestra afirmación, recojan en alguna panadería una pieza de pan y comprueben su peso en la balanza.
¿A que no sabe esto la Comisión de Abastos?».
El malestar, sin embargo, llevaba coleando algunos meses, pues el precio del producto básico de subsistencia no hacía sino subir. La tensión, finalmente, estalló el 18 de febrero de 1932, por el malestar de la población ante el aumento considerable del precio del trigo que había obligado a los panaderos a subir el precio de sus productos. El pan, junto con el paro prolongado que estaba padeciendo los jornaleros del municipio, lo que provocaba que el esfuerzo económico para comprar pan fuera excesivo, fueron los detonantes. Estos factores provocaron, como informa el Hinojosa de 21 de febrero de 1932, núm. 74, que ese jueves 18, «se organizara una manifestación de mujeres que en tono pacífico se dirigieron al Ayuntamiento para solicitar la baja del pan y la ocupación de los obreros». La solución propuesta por el alcalde, fue la entrevistarse con una comisión y en ella sugirió que una de las mujeres hablase por teléfono con el Gobernador de la provincia. En el transcurso de la charla telefónica, el Gobernador rogó que se cuidase el orden en Hinojosa y se comprometió a buscar una solución. Las manifestantes, conformes con el desarrollo de los acontecimientos, disolvieron la revuelta. Lo mismo que el motín anterior, el de ¿1920?, la solución fue, de momento, la misma. ¡Promesas, promesas!
El Hinojosa, después de rogar por el mantenimiento del orden, de ese «pueblo pacífico y tranquilo», insistió en ser paladín de la defensa de los derechos de los vecinos, por lo que insertó en la misma página la siguiente petición:
«Ruego a la Alcaldía en el nombre del pueblo
Aparte de considerar injustificada la subida del pan, las mujeres que se manifestaron públicamente el pasado jueves, coincidían en que se vende falto de peso en Hinojosa del Duque.
Cómo creemos que el Ayuntamiento tiene la ineludible obligación de velar por los intereses del vecindario, rogamos encarecidamente alcalde haga circular las oportunas ordenes a fin de que se evite en lo sucesivo esas defraudaciones».
Recorte del "Hinojosa", 21/2/1932. |
La denuncia y el ruego del periódico, así como el peso de las mujeres que se habían manifestado de forma pacífica, provocaron que el Ayuntamiento tomara cartas del asunto. Así el Hinojosa de 28 de febrero de 1932, núm. 75, pág. 6, insertó esta noticia para el vecindario:
«EL PESO DEL PAN
Haciéndose eco de los comentarios que venían haciéndose por la ciudad y del ruego que formulamos en estas columnas el número anterior, la Alcaldía ha publicado un bando invitando al vecindario a que presente en el Ayuntamiento el pan que encuentren falto de peso.
Al mismo tiempo, la Comisión de Abastos está extremando su celo estos días, a fin de evitar los abusos enunciados en este asunto.
Aplaudimos las medidas de la Alcaldía y le agradecemos profundamente la diligencia con que ha atendido nuestro suelto».
Y a todo esto, algo tenía que decir también el Gobernador para poner coto al asunto y pasar página. ¿La autoridad temía el estallido social? Pues va a ser que no mucho, pues las mujeres solo consiguieron su objetivo en parte, en lo que se refiere a que no las engañaran en el peso del pan, pero en lo referente al precio, va a ser que no. Sorprendentemente, muchas familias cordobesas, en función de la jurisdicción donde tuvieran su residencia, estaban siendo discriminadas con respecto a otras que pagaban el producto a un precio máximo más bajo.
Como informa el Hinojosa de 13 de marzo de 1932, núm. 75, el Gobernador publicó una Circular fechada en el 1 de marzo de 1932, en el Boletín Oficial, fijando el precio máximo del quintal métrico de harina integral en toda la provincia a 62’50 pesetas, salvo en los partidos judiciales de Fuente Obejuna, Pozoblanco e Hinojosa del Duque, en los que señaló que el precio máximo de dicha unidad sería a ¡64 pesetas!
Noticia de la Circular del Gobernador. "Hinojosa", 13/2/1932. |
En fin… que tengan ustedes buena Feria de San Agustín, y olvídense de todo lo malo, que como dice el refranero ¡Pan y toros!
Sevilla, 11 de agosto de 2018
Documentación consultada:
Antonio Leal Márquez: La comarca de Pedroches (Córdoba) al comienzo de la Guerra Civil Española (1936), Madrid, 1985.
Feliciano Casillas Sánchez: El asesinato del alcalde de Belalcázar (Córdoba), ediciones Litopress, Córdoba, 2014; obra recomendada para quien estuviere interesado en profundizar en el asesinato del alcalde.
Joaquín Díaz del Moral: Historias de las agitaciones campesinas andaluzas, Alianza editorial, Madrid, segunda edición 1969.
Hinojosa, crónicas independientes, 31/1/1932, núm. 71.
Hinojosa, crónicas independientes, 21/2/1932, núm. 74.
Hinojosa, crónicas independientes, 28/2/1932, núm. 75.
Hinojosa, crónicas independientes, 13/3/1932, núm. 77.
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