© María Dolores Rubio de Medina, 2017
Hay que dice que Hinojosa del Duque es un pueblo triste y aislado, sin ir mas lejos en 1902 lo dejó publicado Fernán Caballero en su novela La Farisea, reflexión que en ningún caso compartiría en cuanto a la tristeza Corpus Barga. El famoso periodista y escritor se llevó una excelente impresión de su primera visita a Hinojosa, hasta el punto que le impactaron muchas de las vivencias ocurridas en su Feria que ha dejado escritas para la posterioridad. De las observaciones realizadas por el escritor se desprende que se trata de un pueblo muy divertido y ocurrente, nada triste como pensaba su colega de pluma. Aunque ambos escritores eran personas cultivadas y andariegas, acostumbradas a triscar por estos mundos de Dios, a las dos no puede aplicársele esa conocida máxima de Don Quijote que duce «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho» puesto que del carácter de los hinojoseños poco sabía la señora; o quizás, sea más acertado indicar que «Quien cuando puede no quiere, cuando quiere no puede», si es que alguna vez pisó Fernán nuestro pueblo con o sin Feria mediante.
Portada "La Farisea". "Las Dos Gracias". Ejemplar propiedadd Biblioteca Nacional de España. |
Descripción de Fernán Caballero de Hinojosa del Duque. "La Farisea", Hermanos Sáenz de Jubera, 1902, pág. 53. |
Dejo de divagar y me introduzco en materia, en mi propósito de recopilar lo que varios autores han dejado escrito sobre la Feria de mi pueblo:
1. Madoz en su Diccionario expuso el ángulo objetivo de los investigadores, limitándose a señalar de forma escueta y concisa que la Feria «nombrada de San Agustín tiene lugar en la v. Desde el 28 de agosto y hasta el 4 de septiembre, ambas bastante concurridas de feriantes».
2. Por su parte, el Padre Juan Ruiz, en su extraordinario estudio sobre su pueblo, tampoco se extendió demasiado, aunque señaló datos bastante jugosos; y describe los acontecimiento de su ciudad natal con buenos ojos, puesto que dejó escrito que Hinojosa era un población rica y que una de sus fuente de riqueza eran sus ferias, señalando que de las dos Ferias, era
«De escaso interés la primera, que se celebra en los días 15, 16 y 17 de Mayo; por lo ocupado el tiempo para los labradores, y por ser de moderna creación. Pero de grande importancia la segunda, la tradicional de San Agustín, o La Gran Feria, como la llaman los gitanos, únicamente comparable con la de Sevilla, según ellos; por lo escogido del tiempo para los labradores y ganaderos, entre una y otra cosecha; por lo hermoso del emplazamiento; y por lo céntrico de la localidad, entre Andalucía, Castilla y Extremadura. ¡Lástima que los naturales no la estimasen más y no hicieran más agradable acogida a los feriantes…!». (1923 . 32).
3. La atención prestada por Juan Bernier Luque a Hinojosa es también muy limitada; sin embargo, su caso es bastante curioso, pues ha servido para vincular, para la posterioridad, al escritor con el pueblo. En su obra titulada Córdoba Tierra Nuestra, un ambicioso volumen de 329 páginas, apenas dedica 25 líneas a Hinojosa, sin embargo, entre ellas se encuentra la frase que, con una ligera variación, ha pasado a ser el slogan del pueblo, el mítico Hinojosa, «granito para la eternidad». Si partimos de la línea 17 –cuando habla de la Feria– y tras un salto pasamos a la 26, leemos lo siguiente:
Portada del libro de Juan Bernier |
Personalmente considero que, a tenor del escaso esfuerzo dedicado en el libro no ya a la Feria, sino a Hinojosa, estamos ante un escritor –y una frase, en consecuencia– muy sobrevalorado por los hinojoseños, resultando incompresible su cita constante en otros periódicos o libros (1).
4. De todos los autores escogidos para realizar esta entrada, la visión más interesante y con mucha diferencia, sobre la Feria de Hinojosa es la ofrecida por Corpus Barga en Los pasos contados 4. El autor en su autobiografía de cuatro volúmenes describe de forma muy prolija las conversaciones y los sucesos que ocurrieron en alguna de sus visitas a Belalcazar, de todas ellas, nos interesa de forma especial la primera visita que realizó, siendo ya hombre, en su calidad de copropietario de la Casa Grande de Belalcázar a su pueblo, porque durante esta estancia se desplazó a Hinojosa, que celebraba su Feria, pueblo que no había visitado anteriormente.
Los recuerdos de Corpus Barga sobre esa «visita de hombre» fueron escritos en Lima en 1964 y publicados en 1973. Las notas que expongo en las líneas siguientes están entresacadas, principalmente, de los largos diálogos, en los que no se señala el año en que su sucedieron. La conversaciones que son tan extensas y detalladas que salvo que fueran transcritas al poco de realizarse, gran parte de los hechos y palabras podrían ser inventadas. Sin embargo el libro nos sirve para determinar como se desarrollaba la Feria, aunque de entrada, me llama la atención que no haga referencia alguna a la celebración de corridas de toros, tan habituales durante la celebración de la Feria de San Agustín durante esa época. En lo que se refiere a las actividades celebradas, Corpus Barga, entre otros detalles, menciona:
- La presentación de un jugador de ajedrez, el mejor de Andalucía (1979 : 103) al que no habían podido vencer ningún jugador de Hinojosa. Se negoció que siete jugadores de Belalcázar se enfrentarían al mismo en una partida múltiple (1979 : 121). El imbatible maestro fue vencido por un jugador de Belalcázar, llamado Filfa, quien se paseó por la Feria tirando dinero a los gitanos, aunque nunca lo tenía, por lo visto era el importe del premio que había cobrado por ganar al famoso profesional de ajedrez (1979 : 144).
- En la Feria había compra y venta de ganado, especialmente mular. Parece ser que esta actividad comercial fue más espectacular que otros años porque había venido gente de Sevilla. «Y extranjeros a comprar mulas y las están pagando!» (1979 : 110); y hasta un francés que compraba mulos para el ejército francés (1979 : 246). Curiosamente esos extranjeros se definen como «franceses y hombres de otras razas. Hay hasta un negro. Bueno, es uno pintado de negro…» (1979 : 110).
- Se celebraban representaciones de comedias, en alguna intervenía el negro antes citado, que en realidad, como cuenta un tal Leocricio –conocido como «el periódico hablado de Hinojosa» (1979 : 144)– era «uno pintado de negro, es el actor de la comedia que es un negro que mata a su mujer. Está tan bien pintado que le cuesta mucho trabajo quitarse la pintura. No va a estar todos los días quitándosela y poniéndosela. Además así la gente cree que es negro de verdá y esto da anuncio al teatro. Pero es blanco, y lo sé por la cuca que se acuesta con él» (1979 : 110).
- Se instaló un circo con salto mortal; donde actuaron un liliputiense y una giganta portuguesa con el culo más grande que se había visto en Hinojosa (1979 : 110). En ese recinto un experto en «espiritismo» quería presentar un espectáculo nunca visto, que consistía en poner un hombre en medio de la pista para hacerlo desaparecer y reaparecer (1979 : 145).
- El fenómeno «más sorprendente» fue la mujer con barba, que se presentó a medio afeitar (1979 : 110).
- Se instaló un laberinto, atracción que nunca se había visto en Hinojosa. El tal Leocricio explicó al escritor que se perdió en él y tuvo que dar voces para que lo rescatasen; aunque lo peor fueron los coscorrones que se dio contra los espejos; y que el dueño de la atracción le explicó que como la gente se perdía, el público le había cogido miedo y no hacía negocio. Precisamente el dichoso laberinto acabó trayendo disgustos a todo el mundo, hasta el dueño; como veremos.
- Actúo un cuadro de flamenco. El citado Filfa se llevó una de las integrantes del espectáculo, una flamenca, de vuelta a Belalcázar, aunque como le aclaró a don Andrés –Corpus Barga–: «Yo quería traer a todo el cuadro. La Niña se ha traído ella» (1979 : 120).
En lo que se refiere a la descripción de los ambientes y costumbres de negocios de la Feria, me detengo en las siguientes observaciones:
- La zona de compra y venta del ganado es descrita por Corpus como un lugar donde están «los chalanes y sus altas varas, fanfarrones, hiperbólicos, despreciativos, voceando entre coces de las caballerías. Hay muchos compradores y caballos de gran aspecto» (1979 : 130). La gente se instalaba en tenderetes, es decir, bajo «telas extendidas en fila, como techos bajos, sujetas en palos rústicos, forman (...) ambientes de comedores (...). Entre las telas y los sombreros de los comensales, el horizonte a franjas, decorativo.» (1979 : 139).
- En esta zona de los tenderetes también se acomodaban los cosecheros de granos y traficantes de especias (1979 : 140).
- Corpus menciona que en la Feria los ricos hacen los tratos como «los grandes ricos del mundo, no tienen que llevar dinero encima» (1979 : 140); esta observación procede porque los tratos y compras por parte de estos individuos se realizan sin dinero físico, a través de representantes. Deberá tenerse en cuenta que se habla de una época en la que el dinero de plástico no existía y los cheques no eran de uso frecuente.
- Los distintos grupos de feriantes se instalaban unos juntos a otros, tan aproximado que solo se podía circula entre ellos atravesándolos en fila; es decir, que no podían pasar dos personas juntas por la falta de espacio (1979 : 140).
- Los puestos más concurridos eran los que estaban en la plaza. Sonaban campanillas de rifas y juegos; era frecuente la celebración de juegos de apuestas con cómplices que tenían la misión de atrapar incautos (1979 : 140). Uno de los juegos mencionados –en el que siempre acertaba el dueño del negocio que explicaba que el truco era apretar «la bolita»– era un «péndulo soltado desde su posición más extrema pasa entre dos boliches y a la vuelta ha de tumbar uno de ellos» (1979 : 141). Los participantes nunca lograban el mismo resultado que el dueño.
- Y sobre todo, fue una Feria que tenía el ambiente de cualquier otra, pues «ya se sabe, se pierden muchas cosas, es uno de los capítulos de las ferias» (1979 : 159). No sé yo qué sé cosas se perdían –o se pierden– en otras, pero en esta, que es descrita con tanta minuciosidad por Corpus Barga, se perdieron ni más ni menos, que la «joya de la feria» –el liliputiense–, el cual o lo habían robado o «se ha perdío». Para el colmo, también se perdió dentro del laberinto, al intentar desmontarlo, el mismo dueño de la atracción, quien puso una pared de manera que se quedó dentro y nadie se atrevía a ir a sacarlo por temor a quedarse atrapado. (1979 : 159). Al final, tampoco queda claro si todos las personas perdidas, hasta el liliputiense, estaban o no, dentro del laberinto, pero todas reaparecen.
Fotografia procedente archivo personal, años 50, donde se aprecia una de las ventas de ganado en Feria. Posiblemente sea de la Feria de San Miguel, no de San Agustín. |
En fin, esta Feria descrita por Corpus Barga –junto con aquella Feria tan famosa de 1902 en la que Machaquito tuvo que matar rápidamente un toro por desplomarse parte del tendido, en evitación de males mayores y que fue ocasión de crónica elogiosa en muchos periódicos– me parece una de las mejores de las que se han celebrado en mi pueblo; por otro lado, tampoco tengo mucho que contar sobre las que he vivido, puesto que hace más de veinte años que mis estancias en el pueblo no coinciden con la famosa Feria de San Agustín.
Hinojosa-Sevilla, septiembre 2017.
BIBLIOGRAFÍA:
- Caballero, Fernán: La Farisea. Hermanos Sáenz de Jubera. Madrid. 1902.
- Bernier Luque, Juan: Córdoba Tierra Nuestra. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Córdoba, 1979.
- Barga, Corpus: Los pasos contados 4. Alianza Tres. Madrid. 2ª edición. 1979. 412 páginas.
- Madoz, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Edición Facsímil dedicada a la provincia de Córdoba –que originalmente pudiera estar fechada en 1852–, reproducida por Ámbito y Editoriales Andaluzas Reunidas en 1987.
- Ruiz, Fr. Juan: La ilustre y noble villa de Hinojosa del Duque, Jerez de la Frontera, 1922.
NOTAS:
(1) Es citada, por ejemplo, por Francisco Solano Marquez: Pueblos cordobeses de la A a la Z. Estudios Cordobeses. Excma. Diputación de Cordoba, 1975, en su pág. 233 hablando de la Catedral de la Sierra, dice lo siguiente: «La parroquia, de por sí sola, ya vale el viaje. Venga un domingo. Le asombrará descubrir este monumento de ‘granito para la eternidad’, como sabiamente lo llamara Juan Bernier». Ya vimos que no es correcto, que la frase de Bernier fue: «granito de la eternidad», a menos que exista otro texto que yo desconozca.
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