© María Dolores Rubio de Medina, 2017
Estas notas proceden de mi «Cuaderno de Campo» y fueron tomadas durante una visita realizada al cementerio el 1 de julio de 2014, circunstancia que aclaro puesto que las observaciones «oculares» del cementerio podrán no coincidir plenamente con la situación actual del mismo, puesto que a finales de 2016 comenzó una obra de ampliación de nichos, columbarios y acerados del Cementerio Municipal de Nuestra Sra. de Guía, de Villanueva del Duque (Córdoba).
Entrada del Cementerio de Nuestra Sra. de Guía. |
Mi visita obedecía a la información oral que me habían transmitido sobre las tumbas de la localidad, me las habían descrito como monumentales, en comparación con otros cementerios de Los Pedroches. Durante la misma, traté de comprobar la utilidad del uso del suelo del cementerio, puesto que en muchos de los pueblos de Los Pedroches ha perdido su prestigio o interés, hasta el punto que se entierra en nichos de pared. Es este mismo blog ya realicé otra entrada con apuntes tomados de las visitas realizadas a varios cementerios, centrándome en la búsqueda de «cruces de hierro rizadas».
Me interesa destacar que durante la visita al cementerio de Villanueva del Duque me sorprendió el entorno, no era triste ni apartado. Los dos caminos de acceso al mismo no son los típicos «caminos solitarios para los muertos», poco frecuentados, salvo los días de entierro. Existe cierto tránsito de personas y vehículos. La razón no dudo en situarla en la veneración a la Virgen de Guía, cuya ermita está situada junto al cementerio, como puede observarse en la fotografía área tomada de Google maps. No se tiene certeza sobre los años de la construcción de la ermita, que se sitúa entre los los siglos XII-XVIII.
El camino al cementerio —y a la ermita— puede realizarse por un precioso paseo peatonal —de unos ochocientos metros— jalonado de árboles; o a través de una carretera paralela que lleva directamente al cementerio, la cual sirve, igualmente, de acceso a la ermita.
La planta del cementerio es casi rectangular —uno de los lados del «rectángulo» es más largo que el otro, con lo que uno de los extremos del cementerio finaliza en vértice—. Desde la puerta de entrada, el trazado desciende en ligera pendiente. El espacio existente entre las cuatro tapias se encuentra delimitado por un camino central que llega hasta el sector «virgen» de la tapia del fondo y tres caminos o veredas paralelos a la zona de puerta de entrada. Desde el aire, se aprecia la distribución del cementerio dispuesto en siete sectores diferentes, los seis primeros cubiertos de gravilla y el sector acabado en vértice del fondo, de piso de tierra.
Delimitación de los espacios del cementerio, sobre imagen área de Google Maps. |
En una observación superficial, los rasgos que diferencian este cementerio con respecto a otros de la comarca son los siguientes:
1. Tiene una estructura muy ordenada, tanto en la arquitectura como en la disposición de las tumbas y los espacios. Arquitectónicamente, como se ha indicado, se encuentra perfectamente cortado en seis recuadros marcados con pasillos de terrazo, cuyos confines son remarcados por hileras de cipreses; a los que se añade el séptimo espacio, junto a la tapia del fondo.
Tres de las cuatro paredes que forma el amplio «rectángulo» —la excepción es la pared del fondo, una tapia blanca situada frente de la puerta de entrada— están cubiertas de hileras de nichos. La pared del fondo es una tapia blanca. Posee, en consecuencia un rasgo que contracta con otros cementerios, como por ejemplo, el de Fuente la Lancha, puesto que es ampliable dentro de los muros del recinto, especialmente por el fondo.
2. Destaca por la monumentalidad de sus panteones, especialmente los del primer sector —el más cercano a la puerta de entrada—, especialmente en la zona o recuadro de la izquierda. Sobre el suelo cubierto de gravilla blanca se alzan los panteones familiares, de estructura simple pero construcción grande y sólida, algunos de ellos, aproximadamente de unos cuatro metros de ancho, puesto que caben ampliamente 3 ataúdes juntos.
La parte noble y más significativa es la correspondiente al primer sector; los otros dos sectores —los 4 recuadros siguientes vistos desde el aire— albergan escasas tumbas con cruces de hierro, pues se opta por adquirir nichos de pared, más económicos.
Panteones familiares de granito. |
En este primer sector, el la parte de la izquierda existen, al menos, unos 29 panteones o mausoleos, que son una rareza en otros pueblos. Se puede deducir que, como en Belalcázar, el enterramiento en el suelo del cementerio es símbolo de prestigio. Estas construcciones funerarias suelen tener la leyenda de «panteón familiar», escrito sobre la base de la cruz. Los apellidos de las familias aparecen separados por un guión, por ejemplo: «Esquinas-Medina», «Fernández-Sánchez», «Sánchez-Medina». Sobre la lápida o tapa del panteón se escribe el nombre de las personas enterradas, utilizando, por lo común, esta fórmula:
NOMBRE + APELLIDOS + FECHA FALLECIMIENTO + EDAD DEL FALLECIDO.
Por ejemplo:
«Ana Sánchez Márquez
7-1-1999 de 92 años»
La sobriedad y severidad de los datos escritos sobre las lápidas se dulcifican cuando se trata de niños, como por ejemplo:
«Emilita Leal Benítez
25/10/1933
26/6/1942»
3. Sobresale por la riqueza de los materiales utilizados para construir los panteones y por su gran tamaño, lo que es posible por tratarse de un cementerio muy amplio, que no tiene problemas de espacio entre sus muros.
En alguna ocasión he escuchado a alguna persona mayor aventurar que la riqueza y monumentalidad de los panteones de Villanueva tiene relación con el poder adquisitivo que disponían las familias que trabajaban en las minas de la localidad.
El material utilizado para la construcción de los panteones es, principalmente, el granito, muchas de los panteones son de granito sin pulimentar, salvo la tapa o lápida del panteón, donde se graban o insertan las letras de los rótulos identificativos. En menor medida, también existen panteones de mármol.
Estos enterramientos se elevan unos 30 ó 50 centímetros. sobre el suelo y se encuentran rematados por una imponente cruz de granito o de mármol, de aristas cuadradas o redondeabas, raramente de metal. Lo común es la sobriedad de la cruces; aunque, a veces, tienen intrincadas esculturas que combinan elementos, como vegetales y ángeles.
Uno de los escasos panteones rematados con esculturas. |
Los enterramientos situados en el suelo correspondiente al primer sector, o los primeros recuadros, están dispuestos con los pies mirando a la puerta de entrada; lo que, en principio, es algo sorprende puesto que la veneración religiosa hacia la Virgen de la Guía pudiera hacer pensar que podrían estar orientados mirando a la ermita.
Para finalizar, se concluye con la observación de que, a día de hoy, las tumbas o enterramientos en el suelo rematados con cruces de hierro son muy escasas, siendo más abundantes en el segundo sector, especialmente en su parte derecha. Existen varias tumbas cercadas por una barandilla de hierro, muy semejante a las cunas infantiles del XIX o primera mitad del XX, datando alguno de estos enterramientos del año 1943. La mayoría de las cruces o tumbas se encuentran gastadas, olvidadas y oxidadas, hasta el punto que no se pueden leer las inscripciones que constan en las mismas. Una de estas cruces recuerda a la pureza de las líneas del art-deco, aunque es de fecha anterior a este estilo. Se trata de un enterramiento de 1915, que tiene unas características propias y diferentes de todo el resto de los enterramientos de este cementerio y que corresponde a una mujer que falleció cuando contaba 20 años de edad.
Tumba con cruz de metal de 1915. |
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