Vendrían 40 días de lluvias, acepté un empleo temporal de carpintero. Luego fui cazador, con una red y un lazo junté especies; por último, firmé varios contratos a tiempo parcial como patrón de barco, grumete, pinche de cocina, veterinario y guarda de zoo. Atraqué entre las manchas de petróleo del puerto y pisé tierra. En los días siguientes, apalabré un contrato eventual, así fiché como descargador de muelle. Finalmente me limpié el sudor con la manga de mi camiseta del Barça y descansé. Miré a mi alrededor, esperanzado de obtener una ayudita por tanto trabajo, pero no. Habían desaparecido hasta las oficinas del paro.
© MD Rubio de Medina
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