Me han preguntado una y otra vez si es verdad; sí, Noches
de chat y benzodiazepina son tres cuentos distintos. Sí, el origen de la
novela es una confluencia de factores. De mi descubrimiento de la literatura de
Tao Lin y de la necesidad de improvisar una novela para presentarme a un
concurso en dos semanas.
A principios de agosto de 2011 asistí como alumna en el
Escorial al curso de verano: «Escrito en el tablet: literaturas en la
frontera». En un descanso, en una librería, me llamó la atención el diseño de
la portada de un libro: el retrato de una muchacha tipo «Nancy» de los años
60/70 sobre un fondo rosa. Destacando sobre una estrecha franja amarilla, el
título de la novela Richard Yates. Debajo, en lugar de poner solamente
el nombre del autor, en una franja blanca, resalta la siguiente leyenda con el
mismo tamaño de letra: «UNA NOVELA DE TAO LIN».
¡El marketing de la editorial Alpha Decay incide en lo obvio: es una novela! Al mirar la primera página, descubrí que la aclaración
«novela» es necesaria. El libro se compone de extractos de conversaciones de
chat . La fotografía de Tao en la solapa del libro, me sirvió para
identificarlo en sus idas y venidas por el Euroforum Felipe II. El escritor
mostraba comportamientos similares al personaje de Haley Joel Osment de Richard
Yates. Tendía a aislarse de la gente, en las comidas no compartía la mesa
con el resto de los ponentes del curso. Se evadía en público escondiéndose tras
la pantalla de su portátil. En la entrevista que le hicieron por aquellos días,
en el ABC, se autodefinía como tímido y depresivo aunque posaba seguro escudado
tras el tronco de un árbol. La imagen que se me ha quedado grabada es la de un
inseguro adolescente –aunque nació en 1983— que retuvo a su tatuada acompañante
tirándole del brazo para demorar su llegada al ascensor y no tener que
compartirlo para subir a las habitaciones con una alumna que ya había pulsado
el botón de llamada. La de un muchacho adicto a los chats y los selfies.
Un día, rebuscando en mi archivo una novela para poder
presentarme a un concurso, descubrí que todas sobrepasaban en páginas a las que
requerían en las bases. Opté por improvisar, tomando la idea de Tao de novelar
los chats. En dos semanas articulé una novela de 80 páginas tomando tres de mis
cuentos —total o parcialmente—, los cuales uní en una sola historia a través de
la técnica del relato cruzado (método de investigación antropológica). Las
técnicas y los recursos antropológicos son, por cierto, un excelente método
para implicar al lector, como demostró de forma extraordinaria Albert Sánchez Piñol
(La piel fría).
Los tres cuentos independientes que unidos, forman
una unidad en la novela, son los siguientes:
1. «Cuando llega la niebla», relato de 11 folios escrito en el
2008. Forma parte de mi libro de cuentos titulado:
La caja...
...de los
cádavares
Este cuento es la historia de un hombre (Sebastián) que
conduce borracho por la noche y mata a la mujer de su amigo (Yves). La venganza
del marido causa el daño colateral de un niño (Leo), que pierde el brazo
derecho.
2. «La chica gorda». Cuento de 5 folios. Está inspirado en una chica que aparece en la novela Menos que cero de Bret Easton Ellis. El personaje de Willy, procede de este cuento.
2. «La chica gorda». Cuento de 5 folios. Está inspirado en una chica que aparece en la novela Menos que cero de Bret Easton Ellis. El personaje de Willy, procede de este cuento.
3. Las charlas de Leo con la doctora Berti; incluida la
escena del cementerio y del extraño ramo de flores, se incluyen en un cuento
que titulé «Adiós, adiós, doctora» —10 folios—, que también forma parte de La
caja...
El punto de unión de los tres relatos son conversaciones de
chat, a través de las cuales se documenta la relación de Leo con su mujer y sus
hijos, así como su lucha contra el insomnio. El origen de esta nueva historia,
surgió sobre la marcha. Recordé esa noticia que había salido en los periódicos,
la del hombre al que le implantaron el brazo de un muerto.
A diferencia de Tao Lin, cuyas conversaciones de chat
respetan la ortografía; a uno de los personajes de Noches de chat y
benzodiazepina (Vanessa) lo he creado lingüísticamente incorrecto. No es
para menos, en la época que escribí la novela, daba clases prácticas en la
Universidad y me resultaba chocante encontrar, una y otra vez, en los casos
prácticos, expresiones propias de los sms. He querido incidir con humor
en lo que se conoce como lenguaje políticamente correcto. Hasta que me
puse a escribir esa novela, no había entrado en las redes sociales. Al tener
una intensa producción con escritora jurídica (ámbito procesal—laboral,
principalmente) no tenía ganas de gastar mi escaso tiempo libre chateando. Me
di de alta en Facebook, para tener una base real de las descripciones de las
conversaciones a través de las redes sociales.
Mis disculpas si alguien se siente ofendido con lenguaje de
la novela. Ha sido mi forma de realizar un «trabajo de campo» sobre las redes
sociales. Por último, aunque la novela esté llena de ruidos y de canciones, la
verdad es que si, por un casual, las escuchara por ahí, no sabría identificar
ni las letras ni la música. No soy una discapacitada auditiva; soy sorda.
Sevilla, 12 de julio de 2014.
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